El rabino y pensador Abraham Joshua Heschel sostenía con justa razón que “la pregunta es el comienzo de todo pensamiento.” Tal es así, que sólo al realizar las preguntas correctas es que podemos albergar la esperanza de arribar a respuestas significativas.
Las preguntas no sólo satisfacen nuestra curiosidad o interés por determinadas áreas del conocimiento, sino que también son la base de nuestra vida en sociedad. No es casual, por lo tanto, que nuestras conversaciones comiencen por lo general con un “¿Cómo estás?” o un “¿Quihubo?”, preguntas que enmarcan y posibilitan el encuentro y el diálogo.
Conforme el diálogo se profundiza, conforme las relaciones se van estrechando y fortalecendo, las preguntas van requiriendo cada vez más de nosotros. Todos los que hemos ahondado en la intimidad de una relación (ya sea con nuestras familias, nuestras parejas, o nuestras amistades), podremos dar cuenta de que a mayor confianza y exposición, mayor será la cantidad de preguntas que apunten más y más al meollo del asunto. Cada vez menos racionales; cada vez más existenciales.
De aquí que en la tradición judía, el concepto de Teshuva (respuesta o retorno) no tiene sentido si antes no nos enfrentamos a las preguntas últimas, a las preguntas que nos exigen un compromiso personal y sincero desde la intensidad de su reclamo.
Este tipo de preguntas últimas, este tipo de preguntas existenciales impostergables, son las que, de acuerdo a nuestra tradición, nos van a preguntar a cada uno de nosotros en el día en que nos toque llegar a las puertas del cielo. Nos enseña el Talmud que en el Día del Juicio Final, no podremos escaparnos de las preguntas verdaderamente importantes. Y sobre esas preguntas hoy les quiero platicar.
Pero antes les toca a ustedes…
¿Cuáles piensan que son las preguntas que les harán al llegar a las puertas del cielo?
En la tradición judía las preguntas últimas son siete. Siete son las preguntas que nos van a preguntar al llegar al cielo. Y a fin de poder dedicarle el tiempo necesario a cada una de ellas, en esta noche sólo voy a hablarles de las primeras tres, mañana tomaré otras tres y en la noche de Kol Nidrei, en la noche de todas las noches, les contaré cuál es la séptima y última de todas las preguntas.
La razón por la cual quiero contarles sobre todas estas preguntas, es justamente porque hoy, en Rosh haShana, también estamos en Iom haDin, también estamos en el Día del Juicio. En esta noche, creo que no debemos esperar hasta la antesala del mundo por venir para pensar en nuestras respuestas. En esta noche, creo que estas preguntas pueden ser contestadas por cada uno de nosotros. Y en esta noche, creo que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a estas preguntas con compromiso y valentía.
El Talmud nos enseña que la primera pregunta que se nos realizará al llegar al cielo es: Nasata veNatata beEmuna? Lo cual puede ser traducido como: ¿Te condujiste con honestidad en tus relaciones comerciales?
Sorprendente, ¿no? La primera pregunta con la que nos recibirán en las alturas no apela ni a elevadas cuestiones metafísicas ni a encumbradas verdades filosóficas. La primera de las preguntas últimas, la base innegociable sobre la cual seguir preguntando, nos interpela en relación a la calidad de nuestras relaciones comerciales. ¿Fuimos honestos con nuestros clientes? ¿Fuimos sinceros con nuestros proveedores? Nasata veNatata beEmuna?
Esta pregunta refleja la visión judía que nos dice que si no somos honestos en nuestros negocios, tampoco seremos personas de fiar en nuestras relaciones personales. Si no sabemos preservar la dignidad de nuestros semejantes en nuestras transacciones, ¿cómo seremos dignos de merecer la confianza de nuestros seres queridos en ámbitos mucho más íntimos y personales? Y, de hecho, si preferimos la codicia a la honestidad, ¿qué es lo que estamos haciendo en las puertas del cielo? Nasata veNatata beEmuna?
En esta noche, al reflexionar sobre esta primera pregunta recordamos que no hace tanto tiempo se enjuició a la planta de producción de carne kasher más grande de los Estados Unidos por maltratar a sus empleados, mientras que Bernie Madoff era condenado a 150 años de prisión por estafar a sus clientes en una cifra superior a los 50.000 millones de dólares.
En esta noche, al reflexionar sobre esta primera pregunta recordamos que a la hora de la hora de nada nos servirá comer kasher si no somos kasher, y de nada nos servirá el éxito en los negocios si no tratamos con bondad, equidad y entereza tanto a nuestros clientes como a nuestros empleados. Por eso, hoy preguntamos: Nasata veNatata beEmuna?
En el libro de Génesis se nos relata que nuestro patriarca Iaacov literalmente engañó a su padre para recibir la bendición del primogénito. El texto nos cuenta que cuando Iaacov se vistió con las prendas de su hermano Esav e ingresó en el recinto de su padre, Itzjak le preguntó: Mi ata bni? ¿Quién eres, tú, hijo mío? (Gn. 27:18). Ese mismo interrogante es el que se nos preguntará a todos cuando nos llegue el día del juicio final: ¿Quién eres? ¿Eres en realidad quien dices ser? ¿Supiste llevar adelante todas tus relaciones con honestidad? ¿O fuiste presa de la malicia, de la avidez y de la hipocresía? Nasata veNatata beEmuna?
Hacer Teshuva sobre este primer interrogante en esta primera noche de Rosh haShana es una tarea indelegable, ya que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a esta pregunta con compromiso y valentía.
Nos cuenta nuestra tradición que aquellos que dieron una buena respuesta a la primera pregunta, aquellas personas honestas y confiables, oyen en ese mismo momento un segundo interrogante. La segunda pregunta que nos harán al llegar al cielo será: Asakta bePria uRevia? ¿Te dedicaste a procrear?
Lo que a primera vista parecería ser una pregunta de biología, es en realidad una pregunta de sentido, de trascendencia y de continuidad. En el cielo, en el día del juicio, a la hora de la hora, se nos llamará para saber si hemos dejado una huella positiva en el mundo en general, y en aquellos que nos rodearon y acompañaron durante nuestra existencia en particular. Asakta bePria uRevia?
¿Recuerdan cuando fueron padres? ¿Recuerdan que antes de salir del hospital con sus hijos recién nacidos la enfermera tomó su pie y dejó su primera huella en el certificado de nacimiento? Cada uno de nosotros comenzó su vida dejando esa pequeña huella en ese primer papel. Y por eso, no es casual que la segunda pregunta que nos hagan al llegar al cielo sea aquella que busca averiguar si fuimos capaces de traducir dicha marca de papel en un impacto real y positivo.
Por eso mismo, este no es un interrogante que sólo se pregunta por nuestra capacidad reproductiva. En su nivel más profundo, en el cielo nos preguntarán sobre nuestra capacidad formativa. ¿Fuimos capaces de invertir calidad de tiempo con nuestras familias, nuestras amistades, y nuestras relaciones? ¿O no pudimos dejar de caer en la eterna tentación de escribir un email más, de realizar un llamado telefónico más, de embarcarnos en un viaje de negocios más, y todo a costa de quienes más nos querían y nos necesitaban? Asakta bePria uRevia?
Preguntar por la continuidad es preguntar por la transmisión. Y es por eso que al llegar al cielo, no vamos a poder escaparnos de la pregunta que inquiere sobre el valor de la educación en nuestras propias vidas. No desde las instituciones, sino desde el ejemplo que cada uno de nosotros supo darle a los más jóvenes. ¿Fuimos capaces de transmitirle a las generaciones venideras los valores que nos ayudan a hacer de este mundo un mundo mejor? ¿Supimos encontrar los tiempos y los recursos para marcar la diferencia? Asakta bePria uRevia?
Hacer Teshuva sobre este segundo interrogante en esta primera noche de Rosh haShana es una tarea indelegable, ya que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a esta pregunta con compromiso y valentía.
Sólo aquellos que fueron honestos en sus relaciones comerciales y dejaron una huella positiva en el mundo, serán llamados a responder a la tercera de las preguntas celestiales: Kavata itim laTora? ¿Fijaste tiempos específicos para el estudio de la Tora?
Esta tercera pregunta no es sino la continuación lógica de la anterior. Ya que nadie puede verdaderamente transmitir y educar si antes no se tomó el tiempo para invertir en su propia formación.
En épocas en las que estamos acostumbrados a un modelo según el cual estudiamos (o intentamos estudiar) ordenadamente durante los primeros 25 años de nuestras vidas para luego no hacerlo nunca más, nos encontramos con una pregunta que deja ver la posición de la tradición judía en relación al aprendizaje continuo y sistemático. ¿Pudiste hacerte del tiempo necesario en tu semana para sentarte y estudiar? Kavata itim laTora?
El ejemplo más claro en el judaísmo de este amor por el estudio continuo se encuentra en lo que se llama Daf Iomi, o el estudio de una página del Talmud por día. Este proyecto, llevado adelante por muchísima gente alrededor del mundo, planifica la lectura íntegra del Talmud en un período de siete años y cinco meses, solo para volver a empezar una vez que concluimos con la tarea.
Cuando en el cielo se nos pregunte si fijamos tiempos para el estudio de la Tora, se nos estará preguntando por nuestra capacidad de planificar a corto, mediano y largo plazo, y sobre nuestra capacidad de aferrarnos a prácticas virtuosas que nos enriquecen con el correr del tiempo.
Cuando en el cielo se nos pregunte si fijamos tiempos para el estudio de la Tora, se nos estará preguntando si supimos alimentar nuestra curiosidad, extendiendo nuestros intereses más allá de aquello que ya conocíamos.
Se nos estará preguntando si tuvimos la capacidad y apertura espiritual para poder aprender de cada uno de los que nos rodean, haciéndonos eco de que para nuestra tradición, sabia es aquella persona que pudo aprender de todos los demás.
Se nos estará preguntando si supimos sostener con nuestra presencia y con nuestros recursos a las instituciones educativas que ofrecen las estructuras para que nosotros podamos hacer uso de ellas.
Y se nos estará preguntando si sostuvimos con orgullo y amor a nuestra comunidad.
En esta tercera pregunta, y por sobre todas las cosas, desde el cielo querrán saber qué es lo que hicimos durante nuestra vida en relación a nuestra identidad judía. ¿La nutrimos? ¿La abrazamos? ¿La fortalecimos? ¿O la abandonamos? Kavata itim laTora?
Hacer Teshuva sobre este tercer interrogante en esta primera noche de Rosh haShana es una tarea indelegable, ya que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a esta pregunta con compromiso y valentía.
Entonces:
¿Fuimos honestos en nuestras relaciones comerciales?
¿Fuimos capaces de dejar una huella significativa en nuestros seres queridos?
¿Supimos establecer una rutina que incluya el crecimiento significativo de nuestro ser a partir del estudio y el aprendizaje continuos?
El año recién comienza. Y mañana continuaremos con otras tres preguntas celestiales.
Mientras tanto, quiera Ds que podamos tomarnos el tiempo para reflexionar sobre estas tres primeras preguntas, a fin de que no tengamos que esperar a que sea demasiado tarde, para encontrarnos con las respuestas.
Shana Tova uMeborajat!
Rabino Joshua Kullock
[Basado en el Talmud, Shabat 31a y reflexiones de Ron Wolfson]
Las preguntas no sólo satisfacen nuestra curiosidad o interés por determinadas áreas del conocimiento, sino que también son la base de nuestra vida en sociedad. No es casual, por lo tanto, que nuestras conversaciones comiencen por lo general con un “¿Cómo estás?” o un “¿Quihubo?”, preguntas que enmarcan y posibilitan el encuentro y el diálogo.
Conforme el diálogo se profundiza, conforme las relaciones se van estrechando y fortalecendo, las preguntas van requiriendo cada vez más de nosotros. Todos los que hemos ahondado en la intimidad de una relación (ya sea con nuestras familias, nuestras parejas, o nuestras amistades), podremos dar cuenta de que a mayor confianza y exposición, mayor será la cantidad de preguntas que apunten más y más al meollo del asunto. Cada vez menos racionales; cada vez más existenciales.
De aquí que en la tradición judía, el concepto de Teshuva (respuesta o retorno) no tiene sentido si antes no nos enfrentamos a las preguntas últimas, a las preguntas que nos exigen un compromiso personal y sincero desde la intensidad de su reclamo.
Este tipo de preguntas últimas, este tipo de preguntas existenciales impostergables, son las que, de acuerdo a nuestra tradición, nos van a preguntar a cada uno de nosotros en el día en que nos toque llegar a las puertas del cielo. Nos enseña el Talmud que en el Día del Juicio Final, no podremos escaparnos de las preguntas verdaderamente importantes. Y sobre esas preguntas hoy les quiero platicar.
Pero antes les toca a ustedes…
¿Cuáles piensan que son las preguntas que les harán al llegar a las puertas del cielo?
En la tradición judía las preguntas últimas son siete. Siete son las preguntas que nos van a preguntar al llegar al cielo. Y a fin de poder dedicarle el tiempo necesario a cada una de ellas, en esta noche sólo voy a hablarles de las primeras tres, mañana tomaré otras tres y en la noche de Kol Nidrei, en la noche de todas las noches, les contaré cuál es la séptima y última de todas las preguntas.
La razón por la cual quiero contarles sobre todas estas preguntas, es justamente porque hoy, en Rosh haShana, también estamos en Iom haDin, también estamos en el Día del Juicio. En esta noche, creo que no debemos esperar hasta la antesala del mundo por venir para pensar en nuestras respuestas. En esta noche, creo que estas preguntas pueden ser contestadas por cada uno de nosotros. Y en esta noche, creo que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a estas preguntas con compromiso y valentía.
El Talmud nos enseña que la primera pregunta que se nos realizará al llegar al cielo es: Nasata veNatata beEmuna? Lo cual puede ser traducido como: ¿Te condujiste con honestidad en tus relaciones comerciales?
Sorprendente, ¿no? La primera pregunta con la que nos recibirán en las alturas no apela ni a elevadas cuestiones metafísicas ni a encumbradas verdades filosóficas. La primera de las preguntas últimas, la base innegociable sobre la cual seguir preguntando, nos interpela en relación a la calidad de nuestras relaciones comerciales. ¿Fuimos honestos con nuestros clientes? ¿Fuimos sinceros con nuestros proveedores? Nasata veNatata beEmuna?
Esta pregunta refleja la visión judía que nos dice que si no somos honestos en nuestros negocios, tampoco seremos personas de fiar en nuestras relaciones personales. Si no sabemos preservar la dignidad de nuestros semejantes en nuestras transacciones, ¿cómo seremos dignos de merecer la confianza de nuestros seres queridos en ámbitos mucho más íntimos y personales? Y, de hecho, si preferimos la codicia a la honestidad, ¿qué es lo que estamos haciendo en las puertas del cielo? Nasata veNatata beEmuna?
En esta noche, al reflexionar sobre esta primera pregunta recordamos que no hace tanto tiempo se enjuició a la planta de producción de carne kasher más grande de los Estados Unidos por maltratar a sus empleados, mientras que Bernie Madoff era condenado a 150 años de prisión por estafar a sus clientes en una cifra superior a los 50.000 millones de dólares.
En esta noche, al reflexionar sobre esta primera pregunta recordamos que a la hora de la hora de nada nos servirá comer kasher si no somos kasher, y de nada nos servirá el éxito en los negocios si no tratamos con bondad, equidad y entereza tanto a nuestros clientes como a nuestros empleados. Por eso, hoy preguntamos: Nasata veNatata beEmuna?
En el libro de Génesis se nos relata que nuestro patriarca Iaacov literalmente engañó a su padre para recibir la bendición del primogénito. El texto nos cuenta que cuando Iaacov se vistió con las prendas de su hermano Esav e ingresó en el recinto de su padre, Itzjak le preguntó: Mi ata bni? ¿Quién eres, tú, hijo mío? (Gn. 27:18). Ese mismo interrogante es el que se nos preguntará a todos cuando nos llegue el día del juicio final: ¿Quién eres? ¿Eres en realidad quien dices ser? ¿Supiste llevar adelante todas tus relaciones con honestidad? ¿O fuiste presa de la malicia, de la avidez y de la hipocresía? Nasata veNatata beEmuna?
Hacer Teshuva sobre este primer interrogante en esta primera noche de Rosh haShana es una tarea indelegable, ya que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a esta pregunta con compromiso y valentía.
Nos cuenta nuestra tradición que aquellos que dieron una buena respuesta a la primera pregunta, aquellas personas honestas y confiables, oyen en ese mismo momento un segundo interrogante. La segunda pregunta que nos harán al llegar al cielo será: Asakta bePria uRevia? ¿Te dedicaste a procrear?
Lo que a primera vista parecería ser una pregunta de biología, es en realidad una pregunta de sentido, de trascendencia y de continuidad. En el cielo, en el día del juicio, a la hora de la hora, se nos llamará para saber si hemos dejado una huella positiva en el mundo en general, y en aquellos que nos rodearon y acompañaron durante nuestra existencia en particular. Asakta bePria uRevia?
¿Recuerdan cuando fueron padres? ¿Recuerdan que antes de salir del hospital con sus hijos recién nacidos la enfermera tomó su pie y dejó su primera huella en el certificado de nacimiento? Cada uno de nosotros comenzó su vida dejando esa pequeña huella en ese primer papel. Y por eso, no es casual que la segunda pregunta que nos hagan al llegar al cielo sea aquella que busca averiguar si fuimos capaces de traducir dicha marca de papel en un impacto real y positivo.
Por eso mismo, este no es un interrogante que sólo se pregunta por nuestra capacidad reproductiva. En su nivel más profundo, en el cielo nos preguntarán sobre nuestra capacidad formativa. ¿Fuimos capaces de invertir calidad de tiempo con nuestras familias, nuestras amistades, y nuestras relaciones? ¿O no pudimos dejar de caer en la eterna tentación de escribir un email más, de realizar un llamado telefónico más, de embarcarnos en un viaje de negocios más, y todo a costa de quienes más nos querían y nos necesitaban? Asakta bePria uRevia?
Preguntar por la continuidad es preguntar por la transmisión. Y es por eso que al llegar al cielo, no vamos a poder escaparnos de la pregunta que inquiere sobre el valor de la educación en nuestras propias vidas. No desde las instituciones, sino desde el ejemplo que cada uno de nosotros supo darle a los más jóvenes. ¿Fuimos capaces de transmitirle a las generaciones venideras los valores que nos ayudan a hacer de este mundo un mundo mejor? ¿Supimos encontrar los tiempos y los recursos para marcar la diferencia? Asakta bePria uRevia?
Hacer Teshuva sobre este segundo interrogante en esta primera noche de Rosh haShana es una tarea indelegable, ya que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a esta pregunta con compromiso y valentía.
Sólo aquellos que fueron honestos en sus relaciones comerciales y dejaron una huella positiva en el mundo, serán llamados a responder a la tercera de las preguntas celestiales: Kavata itim laTora? ¿Fijaste tiempos específicos para el estudio de la Tora?
Esta tercera pregunta no es sino la continuación lógica de la anterior. Ya que nadie puede verdaderamente transmitir y educar si antes no se tomó el tiempo para invertir en su propia formación.
En épocas en las que estamos acostumbrados a un modelo según el cual estudiamos (o intentamos estudiar) ordenadamente durante los primeros 25 años de nuestras vidas para luego no hacerlo nunca más, nos encontramos con una pregunta que deja ver la posición de la tradición judía en relación al aprendizaje continuo y sistemático. ¿Pudiste hacerte del tiempo necesario en tu semana para sentarte y estudiar? Kavata itim laTora?
El ejemplo más claro en el judaísmo de este amor por el estudio continuo se encuentra en lo que se llama Daf Iomi, o el estudio de una página del Talmud por día. Este proyecto, llevado adelante por muchísima gente alrededor del mundo, planifica la lectura íntegra del Talmud en un período de siete años y cinco meses, solo para volver a empezar una vez que concluimos con la tarea.
Cuando en el cielo se nos pregunte si fijamos tiempos para el estudio de la Tora, se nos estará preguntando por nuestra capacidad de planificar a corto, mediano y largo plazo, y sobre nuestra capacidad de aferrarnos a prácticas virtuosas que nos enriquecen con el correr del tiempo.
Cuando en el cielo se nos pregunte si fijamos tiempos para el estudio de la Tora, se nos estará preguntando si supimos alimentar nuestra curiosidad, extendiendo nuestros intereses más allá de aquello que ya conocíamos.
Se nos estará preguntando si tuvimos la capacidad y apertura espiritual para poder aprender de cada uno de los que nos rodean, haciéndonos eco de que para nuestra tradición, sabia es aquella persona que pudo aprender de todos los demás.
Se nos estará preguntando si supimos sostener con nuestra presencia y con nuestros recursos a las instituciones educativas que ofrecen las estructuras para que nosotros podamos hacer uso de ellas.
Y se nos estará preguntando si sostuvimos con orgullo y amor a nuestra comunidad.
En esta tercera pregunta, y por sobre todas las cosas, desde el cielo querrán saber qué es lo que hicimos durante nuestra vida en relación a nuestra identidad judía. ¿La nutrimos? ¿La abrazamos? ¿La fortalecimos? ¿O la abandonamos? Kavata itim laTora?
Hacer Teshuva sobre este tercer interrogante en esta primera noche de Rosh haShana es una tarea indelegable, ya que la construcción aquí en la tierra del reino de los cielos solo será posible si nos damos el tiempo para responder a esta pregunta con compromiso y valentía.
Entonces:
¿Fuimos honestos en nuestras relaciones comerciales?
¿Fuimos capaces de dejar una huella significativa en nuestros seres queridos?
¿Supimos establecer una rutina que incluya el crecimiento significativo de nuestro ser a partir del estudio y el aprendizaje continuos?
El año recién comienza. Y mañana continuaremos con otras tres preguntas celestiales.
Mientras tanto, quiera Ds que podamos tomarnos el tiempo para reflexionar sobre estas tres primeras preguntas, a fin de que no tengamos que esperar a que sea demasiado tarde, para encontrarnos con las respuestas.
Shana Tova uMeborajat!
Rabino Joshua Kullock
[Basado en el Talmud, Shabat 31a y reflexiones de Ron Wolfson]
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