SHABAT HAAZINU

29septiembre2012 - 13tishrei5773


LA CHG EN
¡Una nueva forma de comunicarnos!
 El nuevo año ha traído nuevas formas de estar en contacto.
Es por eso que te invitamos a que te sumes a la página de la CHG en Facebook!
 SUCOT EN LA CHG
Construcción de la Suca el año pasado.
¿¿Este año seremos aun más??

~ Domingo 30/9, 10.30hs: Construcción de la Suca comunitaria
~ Domingo 30/9, 20.30hs: Primera Noche
~ Lunes 1/10, 8.00hs: Primera Mañana
~ Lunes 1/10, 20.30hs: Segunda Noche & Cena comunitaria
~ Martes 2/10, 8.00hs: Segunda Mañana

LA CHG VISITO
AL CARDENAL DE GDL
Este pasado lunes 24, Ricardo y Cecilia Elías visitaron junto al rabino Joshua Kullock al Cardenal Francisco Robles Ortega, quien dirige desde hace algunos meses el Arzobispado de Guadalajara. La reunión fue sumamente cordial y en ella se acordó realizar actividades en conjunto fomentando y fortaleciendo el diálogo interreligioso en la ciudad.

IOM KIPUR 5773

~ Dvar Tora de Kol Nidrei - Rabino Joshua Kullock

TASHLIJ EN CHAPALA
FOTOS



UJCL
ENCUENTRO DE UNIVERSITARIOS
COSTA RICA 2012

 "TORA DESDE GUADALAJARA"
Seguimos estudiando las enseñanzas del jasidismo.
En esta oportunidad:
Plegarias y consciencia expandida

LOS RABINOS DE LA UJCL
ESCRIBEN EL COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabina Daniela Szuster (Costa Rica)
Parashat Haazinu es la única parashá en la que la mayor parte del texto está escrito en forma poética. En este cántico Moshé habla preferentemente del futuro pero sin olvidar el presente y el pasado. Advierte al pueblo, lo guía y lo aconseja, en los momentos previos a retirarse de su mandato.
Quisiera detenerme en uno de los  versículos de este cántico: “Voy a ocultar mi rostro de ellos y habré de ver cuál será su fin; ya que generación tornadiza son ellos, hijos en quienes no hay fe” (Devarim 32:20). ¿Qué quiere decir que va a ocultar su rostro?
Cuántas veces, en momentos de desgracia, vuelve a reflotar la clásica pregunta de dónde está D”s en los momentos de desasosiego, destrucción y asesinato. Mucho se ha discutido y elaborado en relación a este dilema teológico. Al respecto, plantea Martín Buber en su libro “Eclipse de D”s”: “Eclipse de la luz del cielo, eclipse de D”s, tal es en verdad el carácter de la hora histórica que el mundo atraviesa. Mas no se trata de un proceso que pueda explicarse adecuadamente enumerando las transformaciones acaecidas en el espíritu humano. Un eclipse del sol es algo que tiene lugar entre el sol y nuestros ojos, no en el sol mismo.”
A diferencia de varios filósofos contemporáneos, quienes postulan la muerte de D”s, Buber sostiene que en nuestra era D”s se manifiesta a nuestros ojos en forma de eclipse. Quisiera resaltar esta última frase, “el eclipse ocurre entre  D”s y nuestros ojos, y no en la esencia divina”. Quizás, percibir a D”s como eclipsado sólo depende de nuestra mirada.
El versículo citado anteriormente de esta parashá menciona el ocultamiento de D”s pero, ¿qué ocurre con el hombre? Se cuenta en el libro de Bereshit lo acontecido luego de que los primeros seres humanos comieron del fruto prohibido: “Mas escucharon la vos de Adonai Elohim que se expandía por el huerto, cuando declinaba el día y se escondió el hombre, y su mujer, de ante la presencia de Adonai Elohim, entre los árboles del huerto.” (Bereshit 3:8). ¿Qué ocurrió? Cometieron un Jet, un error y se escondieron de D”s. La vos divina se expandía, y ellos se ocultaron. Quizás la consecuencia directa de una transgresión sea el mismo alejamiento de D”s, nuestra conducta es la que nos aleja. Cuando nos encaminamos hacia el mal estamos tan convencidos de que nuestra actitud es la correcta que es difícil poder ver y estar cerca de D”s en ese momento.
Otro ejemplo es el de Caín, tras enterarse de su castigo: “He aquí que me has expulsado, este día, de la faz de la tierra. De tu presencia habré de ocultarme y seré errante recorriendo la tierra” (Bereshit 3:14). Luego del gran asesinato que cometió, no puede más que ocultarse de D”s.
¿Qué dice, al respecto,  nuestro gran rabino y pensador judío de nuestra época, Abraham Ioshua Heschel?:
“La voluntad de D”s es estar aquí, cercano y manifiesto, mas cuando las puertas de este mundo se le cierran de un golpe, cuando su verdad es traicionada y su voluntad desafiada, él se retira y deja al hombre librado a sí mismo. D”s no se apartó por su propia voluntad; fue expulsado. D”s está en el exilio.”[...]”Es el hombre el que se oculta, el que huye, el que tiene una coartada. D”s no está tan lejos como creemos; cuando anhelamos su presencia, la distancia se hace añicos.
Los profetas no hablan de un D”s oculto, sino del D”s que se oculta. Su ocultarse es una función, no su esencia; es un acto, no un estado permanente. Sólo cuando el pueblo lo abandona, rompiendo el pacto que D”s concretó con él, D”s lo abandona y oculta su rostro. D”s no es oscuro; el hombre lo sume en oscuridad”...”La consecuencia directa de su ocultarse es el endurecimiento de la conciencia: el hombre oye mas no comprende, ve mas no percibe; duro de oídos, engrosado el corazón (Isaías 6)”. (Extraído del libro “El hombre no está solo”).
También podemos encontrar claramente este tema en el siguiente cuento jasídico:
“Rabi Iejíel Mijl, el nieto de Rabí Baruj de Medzibuz, se crió en la casa de su abuelo. Cuando era todavía un niño, estaba jugando con un amigo a las escondidas. Se escondió, y aguardó a que su amigo lo encontrara.
Pasó el tiempo, pero su amigo no lo halló. Finalmente abandonó su escondite, miró a su alrededor, y vio que su amigo se había ido. Entonces, llorando, fue a ver a su abuelo.
¿Por qué lloras?”, le preguntó Rabi Baruj.
 “Me escondí”, dijo el niño entre sollozos, “y nadie vino a buscarme”.
Suspiró profundamente Rabi Baruj, y dijo:
“También D”s dice lo mismo: “Yo me oculto, y nadie me busca...”.

En estos días que pasamos de Iamim Noraim, días en que nuestras almas están más sensibles, días en que estamos más abiertos a pensar, podríamos reflexionar acerca de nuestra actitud frente a D”s. Cuántas veces le echamos la culpa de todos los males de la sociedad y no nos damos cuenta que es el hombre la causa de la destrucción y la maldad. Cuántas veces creemos que es D”s quien se oculta de nosotros y no nos damos cuenta que nosotros nos ocultamos y nos distanciamos de él.
Quizás de vez en cuando D”s se esconda, entonces es nuestra misión poder buscarlo y encontrarlo en nuestra vida cotidiana. Inclusive en momentos de dolor y desesperanza es posible encontrar a D”s y hallar consuelo. 
Decimos desde el mes de Elul hasta Shemini Hatzeret: “En día de desgracia él me cobijará en su Tabernáculo, me ocultará en su carpa, me elevará sobre una roca”...”No te ocultes de mí, oh D”s no rechaces con tu ira a tu servidor; tu fuiste mi ayuda, no me abandones ni me desampares, Dios, mi salvador.”...”Ten esperanza en D”s, anímese y fortalézcase tu corazón y confía en D”s”. (Salmo 27). 
Shabat Shalom uMeboraj!


DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM Y JAG SAMEAJ !!!

Iom Kipur - 5773 - Neila



8 y 18.
A estas alturas, yo sé que en esas dos cifras se encuentra el secreto de la felicidad de muchos. A estas alturas, yo sé que en esos tres números – 8, 1, 8 – se condensan todas las respuestas, los mensajes y los sentidos que están dispuestos a encontrarle a este día de Iom Kipur, a esta tarde de Neila.

8:18, ni un minuto más, será la hora en la que finalice el ayuno de esta jornada.

Ahora bien, ¿cuáles creen ustedes que son las respuestas, los mensajes y los sentidos de estas dos cifras? ¿Cuáles creen ustedes que son las respuestas, los mensajes y los sentidos de las 8 y 18?

Antes de contarles la respuesta, debo confesarles que este es un año especial. Lo que les voy a decir aplica muy pocas veces, muy esporádicamente. Si tomamos los últimos treinta años, esto pasó en 1982 y en el 2001. Si miramos a futuro, recién en el 2031, en Iom Kipur del año 5792, el ayuno va a terminar otra vez a las 8:18, al igual que hoy. Cuando el año que viene, por ejemplo, Iom Kipur termine 8:30, lo que tengo para decirles hoy ya no va a funcionar.

8 y 18, estas dos cifras que se conjugan con tanta ansiedad en la noche de hoy, reflejan los dos estadios sobre los que se articula todo el día de Iom Kipur. Y les explicó por qué:

8, en hebreo, se corresponde con la letra Jet, la cual suena igual que la palabra hebrea “transgresión” (aunque se escribe diferente). Por el contrario, el número 18, en hebreo, se dice Jai, y remite a la vida. 8 y 18, entonces, nos recuerdan el pasaje que tuvimos que hacer durante todo el día de hoy, de personas que reconocen sus faltas y errores a personas que apuestan por un nuevo comienzo, personas que no tienen miedo de volver a intentarlo, personas que regresan renovadas y plenas a vivir sus vidas con amor por aquello que hacen.

8 y 18, en consecuencia, reflejan también la constante tensión en la que nos encontramos siempre, durante todo el año:

Entre la transgresión y la vida.
Entre la maldición y la bendición.
Entre el egoísmo y la empatía.
Entre la falta de compromiso y la vocación de activar.
Entre elegir sin pensar en las repercusiones de nuestras acciones a creer en el futuro y a actuar en consecuencia.

Hay gente que nunca pasa de ser un 8. Y hay gente que logra con trabajo y a conciencia transformarse en un 18. Y todo eso lo aprendemos a poco de que termine este ayuno de Kipur cuando todavía las puertas del cielo están abiertas.

Ayer, durante Kol Nidrei, hablábamos sobre las decisiones, sobre nuestra dificultad para elegir, y sobre lo complicado que a veces nos resulta medir el alcance de aquello que decidimos. Mencionamos, ¡espero que se acuerden!, una cantidad de ejemplos concretos que mostraban de una u otra forma nuestra incapacidad para creer en el futuro en lo que refiere al ámbito personal.

Hoy, a poco de comenzar con Neila, quisiera aprovechar algunos minutos para hacer una traducción práctica de esta dificultad que tenemos para elegir, pero aplicado en esta oportunidad a lo que hace a nuestra vida en comunidad.

Porque así como somos buenos para encontrar la excusa perfecta para no hacer deporte, así también estamos preparados para convencer al mundo – y convencernos a nosotros mismos en particular – de que olvidarnos de la comunidad está bien y que si no es parte de nuestras prioridades, por algo será.

Así como somos buenos para minimizar los efectos en nuestra salud cuando fumamos un cigarro por día, así también solemos creer que si no venimos a tal o cual actividad no pasa nada, ya que la vida continúa y la institución también.

Ahora bien, creo que es importante subrayar que, al menos en una amplia mayoría, no solemos elegir este tipo de cosas por maldad o con mala intención. No somos mala gente. No elegimos mal con la intención de hacernos daño o de dañar a los demás. De hecho, lo que decíamos ayer es que muchas veces no somos siquiera conscientes de los alcances de nuestras propias decisiones. Y como no creemos, ni pensamos, ni nos imaginamos el futuro demasiado diferente a cómo vivimos hoy, entonces estamos seguros de que, al igual que nosotros, la comunidad existirá por siempre. Sólo que, al igual que nosotros, nada ni nadie suelen vivir para siempre.

Durante este último Shabat, mientras estudiábamos la Parasha antes de la lectura de la Tora, hablábamos de los últimos días de Moshe, y de su búsqueda incesante por procurar la continuidad de un proyecto de pueblo que se había iniciado años antes con el éxodo de Egipto, con la salida de aquel lugar que sólo era sinónimo de tzures y malos recuerdos para aquella congregación. Después de haber luchado durante tantos años por ser un pueblo libre, por volverse autónomos y ser autosustentables, nadie se podía dar el lujo de dejar que se hunda el barco por no saber asegurar la continuidad del proyecto más allá de las personas que en ese momento lo lideraban.

Aun así, si prestan atención, leer la Tora es dar cuenta del registro de un pueblo que siempre pareció ser más 8 que 18.
Moshe abría el Mar Rojo y el pueblo anhelaba regresar para morirse en Egipto.
Moshe procuraba maná para que no pasaran hambre y el pueblo pedía codornices y hablaba con nostalgia de los manjares que comían mientras eran esclavos del Faraón.
Moshe descendía con la Tora y el pueblo lo esperaba con el becerro de oro.
Vez tras vez nos encontramos con un pueblo que elige sistemáticamente mal, llegando incluso a poner en riesgo su propia continuidad. La Tora nos cuenta que Ds quiso borrar al pueblo de Israel de la tierra. Y si eso no pasó, fue porque Moshe nunca perdió las esperanzas. Moshe nunca dejó de interceder por el pueblo. Moshe nunca dejó de creer en el futuro compartido de la congregación. Y fue gracias a ello que Ds terminó por decirle a Moshe: “Salajti kidvareja, los perdoné como me lo pediste,” misma frase que no por casualidad entonamos ayer luego de recitar el Kol Nidrei.

Sobre el final de sus días, Moshe no pudo ingresar en la Tierra Prometida, pero sí pudo verla desde la cima de la montaña. En un nivel, la Tora nos habla de geografía: Moshe vio la tierra, sus montes, sus campos, sus ríos y el Mediterraneo en el horizonte.
Pero en otro nivel, la Tora nos habla en términos de la existencia: Lo que vio Moshe no fue solamente el territorio, sino que, en aquel momento, Moshe supo que llegaría el día en el que el pueblo decidiera dejar de ser un 8 para pasar a ser un 18. Moshe supo que llegaría el día en el que el pueblo habría de abrazar todo su potencial, accediendo de esta manera a la promesa con la que cada uno de nosotros nace, la promesa que se hace acto cuando trabajamos a conciencia por la construcción de la mejor versión de nosotros mismos y de los grupos en los que habitamos.

Muchos años después de Moshe, cuando a poco de comenzar con la Neila detenemos nuestros ojos en nuestro presente personal y comunitario, yo les quiero contar que me siento optimista. Yo les quiero contar que también veo que de nosotros depende cumplir con la promesa de hacer de nuestra kehila una tierra prometida.

En esta noche, les quiero contar que veo una comunidad, veo un grupo fuerte, de gente comprometida.
Veo, por ejemplo, una comunidad que, incluso con pocos miembros, puede leer todas las aliot de Rosh haShana y Iom Kipur sin depender del rabino para ello, refrendando con acciones concretas el amor que sienten por la Tora.
Veo una comunidad que se levanta pronta para abrazar a uno de sus jóvenes cuando toca el Shofar mientras los ojos de todos se llenan de lágrimas y de emoción.
Veo jóvenes que conocí cuando todavía eran niños, que demuestran su cariño por la comunidad y por su judaísmo encontrando el tiempo en sus agendas nutridas para preparar sus lecturas.
Veo padres y madres que traen cada semana a sus hijos a nuestra escuela de Talmud Tora, que se emocionan cuando ven a sus niños aprender las tradiciones de nuestro pueblo y que se sienten plenos cuando sus hijos empiezan a cantar parte de los rezos del Sidur durante las mañanas de Shabat frente a todo el minian.
Veo señoras que cortan listones, que llenan licoreras de miel y que trabajan para que cada quien reciba sus presentes para Rosh haShana en tiempo y forma.
Y veo dirigentes jóvenes que, incluso con el desgaste que conlleva la gestión, siguen transpirando y haciendo todo lo que se encuentra en sus manos para que la institución funcione durante todo el año, llueve, truene o se vaya la luz.

Veo todo esto y sé que si nos lo proponemos podemos ser un 18, podemos ser una comunidad viva y vibrante, orgullosa de sí misma.
Veo todo esto y se los cuento, porque sé que no todos estamos en el mismo renglón, pero sé que todos podemos estarlo.
Veo todo esto y se los cuento porque sé que no todos se sienten tan optimistas, sé que no todos pueden ver lo mismo que yo, y, al menos hoy, no quería dejar pasar este momento tan especial del año sin intentar contagiarles mi sensación de esperanza e inspiración frente a todo lo bueno que sí ocurre en nuestra comunidad.

Falta poco para las 8:18.
Cada vez menos.
Pensemos en qué ciclos deben cerrarse para que otros puedan comenzar.
Reflexionemos sobre aquellas elecciones del pasado que ya no nos tienen por qué condenar ni condicionar.

Que en estos últimos momentos de plegaria y oración, podamos rezar unidos como comunidad, en la esperanza de que cuando el ayuno termine y la vida regrese a su curso cotidiano, seamos capaces de revisar nuestras decisiones, y de animarnos a ser la mejor versión de nosotros mismos en la kehila que nos merecemos.

Que seamos inscriptos y rubricados en el libro de la vida.
Gmar Jatima Tova!
Rabino Joshua Kullock

Iom Kipur - 5773 - Kol Nidrei


Cuentan que durante la visita a un asilo mental, uno de los visitantes se acercó al director del establecimiento y le preguntó: “¿Cómo hacen ustedes para determinar si una persona debe ser internada o no?”
“Mira,” le respondió el director. “Lo que hacemos es lo siguiente: Llevamos al paciente hasta el sector de los baños, llenamos una tina con agua templada, y luego le ofrecemos a la persona una cucharita, una taza y un balde, pidiéndole que tenga a bien vaciar la bañera.”
“Ahhhhh, ya veo,” dijo el visitante, todo sonrisas y seguridad. “Una persona sana va a usar el balde ya que es más grande que la taza o la cuchara.”
“No señor,” le respondió el director. “Una persona sana optaría por quitar el tapón de la tina. Así que dígame, ¿usted prefiere la cama que está al lado de la ventana o la cama que se encuentra contra la pared?”

Vivimos en un mundo plagado de opciones. Vamos al Súper y nos ofrecen catorce marcas de jabón para la ropa, veintidós mermeladas distintas, y no sé cuántas cajas de cereales diferentes.
Volvemos a casa y nos encontramos con seiscientos canales de cable, los cuales, por supuesto, nos parecen uno más aburrido que el otro. Nos sentamos en la computadora y recibimos un sin fin de invitaciones para jugar a una docena de jueguitos en Facebook. Antes era el Farmville; ahora es el Rumy, el Solitario, el Diamond Dash, o hacer click para saber qué superhéroe voy a ser si reencarno en un comic o qué clase de duende irlandés fui en alguna vida pasada.
Vivimos en un mundo plagado de opciones, y no sólo que no nos gusta decidir, sino que solemos ser bastante malos para ello. Conforme la cantidad de opciones se incrementa, se nos hace aun más difícil poder elegir con perspectiva y claridad. Tenemos tantas posibilidades que terminamos obnubilados. Es como que se nos atraganta el cerebro y nos quedamos sin poder procesar la información. Nos quedamos clavados en la cucharita, la taza y el balde y dejamos de ver que puede haber otras opciones más sanas, como la del tapón. Con tantas opciones a disposición, más de uno termina cerca de tener que elegir entre la cama de la ventana o la cama contra la pared.
Es por eso, por ejemplo, que el Rabino David Wolpe cree que elegimos marcas favoritas. En lugar de tener que decidir una y otra vez qué leche comprar o qué pan llevar a casa, nos inclinamos por una marca específica y nos ahorramos el esfuerzo mental de evaluar lo que el Súper nos ofrece.

A veces, por el contrario, lo que nos paraliza no son la multiplicidad de productos ofrecidos, sino que simplemente no sabemos qué elegir. Cuando nos enfrentamos con situaciones complicadas, no es raro que terminemos optando por no hacer absolutamente nada.
Para que se entienda un poco mejor lo que estoy diciendo, déjenme que les cuente lo que pasa con la donación de órganos a nivel mundial: Si tienen chance de estudiar el tema, van a ver que hay países que cuentan con una altísima proporción de gente dispuesta a donar sus órganos, mientras que en otros los números son bajísimos. A priori, podríamos creer que se trata de un tema cultural, que hay países que tienen mayor conciencia social y países que no. Pero he aquí que naciones que comparten una historia similar y que son vecinas, pueden mostrar una gran diferencia en sus decisiones: En Austria, por ejemplo, el 100% de los conductores son donantes, mientras que en Alemania sólo el 12% lo es. ¿Cómo ven? ¿Puede haber tanta diferencia entre uno y otro? ¿Se les ocurre alguna explicación que dé cuenta del fenómeno?
La diferencia, créanlo o no, es increíblemente pequeña. Como ven, ese 88% que existe entre austríacos y alemanes puede reducirse a dos letras, puede resumirse a la palabra “no,” y a la forma en que están escritos los formularios que la gente llena cuando va a sacar la licencia de conducir: Mientras que en los formularios alemanes aparece escrito: “Si usted quiere donar sus órganos, marque aquí,” en los formularios austríacos aparece escrito: “Si usted NO quiere donar sus órganos, marque aquí.”
Lo que vemos, nos enseña el profesor Dan Ariely, es que, siendo el tema de la donación tan complejo y contradictorio, un formulario puede tener un tremendo impacto en nuestra decisión porque, en un alto porcentaje, preferimos no elegir y que otros decidan por nosotros.

Algunas semanas atrás, leíamos en la Tora un pasaje que nos presenta a Moshé diciéndoles a los hijos de Israel que Ds pone delante de cada uno de ellos, delante de cada uno de nosotros, la bendición y la maldición. Aun más, Moshé le aconseja al pueblo que elija la bendición y que elija la vida. Y uno lee y se pregunta: ¿Acaso no es obvio que todos vamos a elegir la vida? ¿O ustedes conocen a mucha gente que prefiere quedarse con la maldición dejando la bendición para que la disfruten los otros?
Sin embargo, a estas alturas creo que ya es evidente que en más de una oportunidad cada uno de nosotros elije la maldición, o por lo menos elije mal. Todos pasamos por momentos en los que, conscientes de ello o no, tomamos el camino equivocado. Malas elecciones de pareja, de amistades, de profesión o de vocación que a la larga terminan por mortificarnos la vida y amargarnos la existencia. ¿Por qué? ¿Por qué elegimos la maldición y hacemos oídos sordos a la bendición? ¿Por qué?
Dos de las razones las acabo de decir: Una es la cantidad de opciones a la mano; la otra es la complejidad que nos presentan algunos temas.
 Pero hay una tercera razón, tal vez más poderosa que las otras dos. Hay una tercera razón que nos lleva a elegir mal y con torpeza. Y esa razón, esa tercera razón, la más poderosa de todas las razones para elegir mal, es que no creemos en el futuro.

No creer en el futuro significa tomar decisiones nocivas hoy sin pensar en lo que pueda pasar mañana. Piensen, por ejemplo, en el cigarro. A estas alturas, varios de ustedes han padecido mis regaños cuando los veo fumar. Y no importa si es un cigarro cada dos días o cada veinte minutos. El cigarro es quizá el ejemplo más claro que se me ocurre para graficar esto de que no creemos en el futuro (también podría pensar en los excesos con la comida, pero estando en Iom Kipur no me parece una buena idea). Fumamos hoy porque somos inconscientes de los efectos que el cigarro tendrá en nuestra salud mañana. Fumamos hoy porque se nos hace muy difícil, tal vez imposible, imaginar cómo nuestro cuerpo asimilará con el tiempo el daño progresivo que le generamos. Fumamos hoy porque no hacerlo nos parece una tontería, porque total un cigarro no nos hará nada o porque preferimos la calma que nos genera la nicotina a las complicaciones respiratorias y de otro tipo que podamos tener – tal vez, siempre tal vez, engañándonos a nosotros mismos con ese tal vez – más adelante. Como no creemos en el futuro, terminamos eligiendo mal, y nos vamos maltratando en cómodas cuotas, casi sin darnos cuenta.
Si no fuman, piensen en la bebida. Si no beben, piensen en las drogas. Si no se drogan, piensen en la adicción al trabajo. O en la infidelidad, las apuestas o la necesidad de mantener cierto estatus frente a los demás cuando los ingresos no son los que solían ser. En cada una de estas acciones hay una clara manifestación de nuestra falta de fe en el futuro. En cada una de estas acciones nos vamos lastimando sin siquiera prestar atención.

Es muy interesante observar cómo nuestra falta de creencia en el futuro parte de dos actitudes frente a la vida que parecerían contradictorias, pero que en realidad son las dos caras de una misma moneda.
Por un lado, no creemos en el futuro porque nos creemos inmortales e infalibles. Vivimos el presente. Somos hijos de la inmediatez. Y nos convencemos de que todo lo que decidimos es para bien y que siempre tenemos el control de lo que nos está pasando. El ser humano es una máquina de inventar excusas que justifiquen sus actos, cualquier tipo de actos. Es por eso que nos es tan difícil cambiar vicios por virtudes. Siempre vamos a encontrar una buena razón para justificarnos a nosotros mismos no hacer ningún tipo de deporte o haber pospuesto una vez más el comienzo de la dieta (si, ya se, había dicho que no iba a hablar de comida, pero ahí ven: un ejemplo más de lo difícil que es cambiar). El punto es que siempre vamos a tener en nuestra caja de herramientas personal una voz que nos dice que todas nuestras elecciones son buenas, acallando las alarmas que puedan dispararse cuando hacemos las cosas mal.
Pero por otro lado, no creemos en el futuro porque no tomamos suficientemente en serio nuestras propias decisiones. Cuando alguien dice: “Sólo fumo un cigarro por día,” lo que nos está diciendo es: No te preocupes, mi decisión de fumar es nimia, es intrascendente, no va a tener ninguna consecuencia en el tiempo. Exactamente lo mismo pasa cuando vamos dejándonos estar mientras vemos que nuestra casa empieza a mostrar algunas grietas o fisuras, cuando deja ver algunos pequeños desperfectos que deben ser arreglados pero que decidimos posponer para más adelante. Cuando nos queremos acordar, la casa es una ruina y el trabajo que requiere es mucho más complicado que lo que alguna vez fue. Cuando no creemos en el futuro, la casa que con tanto sudor construimos se nos termina viniendo indefectiblemente abajo.

Cuentan que hace muchos años, Reb Iejiel se tomó unos días para ir a estudiar durante Shavuot junto al gran Rabi Menajem Mendel de Kotzk. A su regreso, su suegro le preguntó: “¿Nu? ¿Qué fue lo que estudiaste en tu visita a Kotzk?”
Reb Iejiel respondió: “Como era Shavuot, nos pasamos el tiempo estudiando los Diez Mandamientos.”
“Oooorale,” le dijo su suegro con tantita malicia (y un marcado acento mexicano). “Mira qué casualidad: Como aquí también era Shavuot, también nosotros nos la pasamos estudiando los Diez Mandamientos. ¿Tan diferentes resultaron ser los Mandamientos en Kotzk? ¿Tuvo sentido irte tan lejos de casa para estudiar lo mismo que estudiamos aquí?”
Reb Iejiel le respondió: “Fíjate nomás, mi estimadísimo suegro, que en Kotzk los Diez Mandamientos son realmente diferentes.”
¿Y cómo es eso? si se puede preguntar,” preguntó el suegro.
Reb Iejiel le explicó: “¿Qué aprendieron aquí sobre el Mandamiento que dice: ‘No robarás’?”
“Possss… Aprendimos exactamente lo que dice en la Tora: No debes tomar de otro hombre aquello que no te pertenece,” respondió el suegro.
“Bueno, he ahí la diferencia,” dijo Reb Iejiel. “Aquí aprendieron que ‘No robarás’ significa que no debemos tomar de otros. En Kotzk, el Rebe nos enseñó que cuando la Tora dice ‘No robarás,’ eso quiere decir que no debes robarte a ti mismo tampoco.”

Cada vez que dejamos de creer en el futuro, terminamos por robarnos a nosotros mismos. Cada vez que elegimos mal, y que no medimos las consecuencias de nuestras decisiones, terminamos por quitarnos tiempo, por reducir a futuro nuestra calidad de vida y por retacearnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos momentos que podrían ser tan preciosos como inolvidables.
Bajo esta perspectiva, y en caso de que no tengamos ganas de que malas decisiones pongan en riesgo todo lo bueno que hemos sabido ir construyendo a lo largo del camino, es indispensable que nos animemos a cambiar. Culpar al destino por aquellos malos hábitos que no sabemos o no queremos dejar, va en contra de los ideales más nobles de nuestro pueblo. Porque así como Moshé nos enseñó que podemos elegir la maldición, también nos enseñó que siempre tenemos la posibilidad de encaminar nuestros pasos hacia el bien y la bendición. Y así como a veces nos equivocamos en nuestras decisiones, así como a veces justificamos toda clase de sinsentidos y así como a veces buscamos la manera de convencernos de que ser apáticos y poco comprometidos, de comer, beber, fumar, drogarnos, olvidarnos de los hijos, maltratar a nuestra familia o ser groseros con nuestros amigos en realidad está bien y que la culpa igual siempre la tienen los demás, cuando reconocemos todos estos trucos de la mente nos volvemos capaces de sobreponernos a ellos y evitamos de esta manera caer siempre en la trampa. Esto, justamente, es de aquello de lo que se trata Iom Kipur.

En esta noche de Iom Kipur, en la que paradójicamente estamos rodeados de gente querida pero nos encontramos más solos que nunca con nosotros mismos y con nuestra propia conciencia, quiero invitarlos a que nos reconozcamos como seres fallidos que no sólo pueden equivocarse sino que también suelen hacerlo.
En esta noche de Iom Kipur, mientras intercambiamos gestos y miradas con los demás siendo al mismo tiempo los únicos que sabemos con certeza lo que pasa en estos momentos por nuestro corazón, quiero invitarlos a que tomemos consciencia de la forma en que solemos excusarnos y a escuchar aquellas alarmas con las que también estamos equipados para poder evadirnos del canto de las sirenas que siempre buscan arrullarnos en un presente sin consecuencias por el que, tarde o temprano, vamos a terminar pagando.
Pero por sobre todas las cosas, en esta noche de Iom Kipur, en este día en el que metafóricamente pareceríamos morir para volver a nacer y para volver a empezar, quiero invitarlos a que juntos podamos creer en el futuro. Quiero invitarlos a reconocer la importancia que tiene cada una de nuestras decisiones y a que reflexionemos sobre lo mucho que podemos cambiar, reparar, mejorar y contribuir al bien propio y al bien común cada vez que elegimos pensando en las repercusiones de nuestros actos.

Creer en el futuro es la única manera de crear el futuro, de construir un futuro que, llegado el momento, podamos legar a quienes nos continúan en la tarea. A eso somos llamados hoy, en esta noche de Kol Nidrei, y así también durante el resto del año.

Que en ese espíritu podamos animarnos a creer, a crecer y a crear.
Que en ese espíritu seamos inscriptos para la vida, la bendición y el bien.
Y que en ese espíritu podamos decidirnos a escribir con nuestros propios actos aquel libro trascendente que ponga de manifiesto nuestro respeto por el pasado, nuestro amor por el presente y nuestras aspiraciones hacia el futuro.

Gmar Jatima Tova
Tzom Kal
Rabino Joshua Kullock

SHABAT VAIELEJ - SHABAT SHUVA

22septiembre2012 - 6tishrei5773

ANFITRION
Este Shabat, nuestro anfitrión será Isaac Varón, con motivo de su cumpleaños. A él le decimos Mazal Tov!!

PROXIMAS ACTIVIDADES
~ Domingo 23/9, 9am: Visita al Panteón
~ Domingo 23/9, 1pm: Ceremonia de Tashlij en Chapala

IOM KIPUR 5773
RECURSOS
~ Larga vida al Rey - Rabino Joshua Kullock
~ ¿Nos hemos olvidado de llorar? - Rabino David Wolpe 
~ Expiemos 
~ Guía para Iom Kipur

MENSAJE DE SALUTACION
PRESIDENTE ELECTO DE LA REPUBLICA
ENRIQUE PEÑA NIETO



ROSH HASHANA 5773
RECURSOS
~ Dvar Tora - 1ra Noche: "Los 36 justos"
Seguimos estudiando las enseñanzas del jasidismo.
En esta oportunidad:
Plegarias y consciencia expandida

LOS RABINOS DE LA UJCL
ESCRIBEN EL COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabino Rami Pavolotzky (Costa Rica)
El shabat de esta semana es denominado Shabat Shuvá, el shabat del retorno o arrepentimiento. Se lo llama así pues la Haftará que en él leemos comienza con las palabras del profeta IsaíasShuva Israel, literalmente “Retorna Israel. Es el shabat que está entre Rosh Hashaná y Iom Kipur, justamente durante los Aseret iemei teshuvá, los diez días de arrepentimiento.
Estos días nos invitan a repasar nuestras acciones durante el año que acaba de terminar. Tenemos una gran oportunidad para hacer una introspección honesta y sin engaños, para mirarnos al espejo y reconocernos falibles. Si somos valientes y logramos identificar nuestros conflictos, podremos arrepentirnos sinceramente y pedir perdón a los demás y a nosotros mismos. Nuestra tradición nos regala la bendita posibilidad de comenzar el año renovados, sin tantas culpas sobre nuestra espalda, sin tantos problemas por resolver.
Estos “días terribles” (los Iamim noraím, como también son llamados), y este shabat en particular, constituyen una suerte de preparación espiritual para el día de Iom Kipur, el más sagrado del año judío. Este “entrenamiento del espíritu” nos ayuda a recibir el Día del Perdón de la mejor manera, dispuestos a perdonar y aceptar el perdón.
No es menos cierto que en estos días también las sinagogas se preparan para recibir a mucha gente que no suele frecuentarlas durante el resto del año. Gente sedienta de mantener la tradición familiar, de rencontrarse con sus raíces, de renovar su compromiso con la propia identidad judía o simplemente con deseos de cumplir con su “cuota de judeidad anual”. Ante tanta afluencia, las sinagogas se preparan para recibir a toda esa gente, ya sea con actividades especiales, poniendo más sillas que de costumbre, utilizando un salón más grande, etc.
Sobre este punto de esperar recibir a más hermanos y hermanas en las sinagogas, vale la pena detenerse en el versículo que abre la parashá de la semana, Vaiélej. Dice la Torá “Y fue Moshéy habló estas palabras a todo Israel” (Devarim 31:1). La pregunta para el lector atento es ¿adónde fue Moshé? La Torá simplemente podría haber comenzado relatando que Moshé le habló al pueblo de Israel, como tantas otras veces… ¿por qué decirnos que él fue a algún lugar?
Pero hay más: en la parashá pasada (Nitzavim… aunque en realidad la convocatoria figura al final de Parashat Ki Tavó) Moshé había reunido a todo el pueblo de Israel para darle uno de sus más importantes discursos, ¿por qué entonces los dejó ir a sus tiendas, solo para luego él mismo dirigirse hacia ellos?
Responde Najmánides en su comentario al primer versículo de nuestra parashá, que Moshé dejó al pueblo regresar a familias, mas después él fue a visitarlos a su campamento para despedirse de ellos, ya que su hora final se acercaba. Moshé terminó de comunicar al pueblo de Israel las responsabilidades que debían observar y el pacto que debía seguir, para luegodedicarse a despedirse y preocuparse por afirmar en su nuevo cargo a Ioshúa, su sucesor.
Mientras que para comunicar al pueblo sus obligaciones acostumbraba Moshé a convocarlo, para despedirse y transmitir un mensaje más personal, Moshé comprende que debía acercarse al pueblo personalmente, despojado de todo falso honor y soberbia, caminando él hacia ellos, y no esperando que ellos se acercaran a él.
En estos días, en que el pueblo de Israel se acerca a las sinagogas convocado por el (a veces débil) lazo que lo mantiene unido a la tradición judía, creo que es una buena idea intentar imitar el ejemplo de Moshé. En lugar de decir, o escuchar asintiendo, frases como “el que quiere venir, va a venir”, “esa gente nunca viene”, o “todo el mundo sabe dónde estamos y cuándo nos reunimos”, aquellos que tenemos posiciones de liderazgo en la comunidad judía deberíamos más frecuentemente salir a buscar a la gente, tal y como lo hiciera Moshé.
Muchos están allí afuera esperando que nos acerquemos con un mensaje relevante, mientras que muchos otros ni siquiera saben bien qué es lo que desean escuchar, mas sin embargoesperan por nosotros. Está muy bien invertir grandes recursos y esfuerzos en desarrollar magníficos programas de educación judía, esforzarnos por brindar espacios de estudio y espiritualidad a la altura de nuestros congregantes, personas inteligentes y educadas. Sin embargo, líderes, dirigentes y educadores judíos (muchos de los cuales, sospecho, son los que leen estos comentarios) a veces fallamos en lo más elemental, que es salir literalmente de nuestras instituciones y acercarnos a quien está “allí afuera” para que venga y participe.
Shabat Shuvá suele regalarnos ese contraste entre la asistencia masiva en Rosh Hashaná y Iom Kipur, y la generalmente escasa concurrencia durante este shabat del retorno, un hecho que a muchos de nosotros nos causa una mezcla de desengaño y perplejidad. Quizás entonces sea un buen momento para reflexionar acerca de la necesidad de cada tanto salir en busca de aquellos hermanos y hermanas judíos que por alguna razón u otra no encuentran un espacio adecuado para desarrollar su identidad judía, con la intensidad necesaria para mantenerla viva y hacerla florecer. Si Moshé, quien convocaba multitudes, fue capaz de hacerlo, seguro que nosotros también podemos.
Shabat Shalom uMeboraj!
Gmar Jatima Tova!


DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM Y GMAR JATIMA TOVA !!!