SHABAT METZORA

9 de Abril de 2011 - 5 de Nisan de 5771

FAMILIA ANFITRIONA
Este Shabat nuestras anfitrionas serán Magdalena, Alejandro, Gina, Aaron y Ricky Rabinovich con motivo de un nuevo aniversario del fallecimiento del querido Ricardo z"l. Quiera Ds que puedan ellos seguir trascendiendo la memoria de su ser querido en la obra de sus manos.

TALMUD
NUEVA CLASE
Miércoles 6 de abril a las 20.30 hs.


PESAJ EN LA CHG
El próximo lunes 18 de abril comienza la festividad de Pesaj.
Como es costumbre en nuestra comunidad, compartiremos el primer Seder en la CHG. Aquellos que tengan intenciones de acompañarnos, les pedimos que se anoten en administración.
Asimismo, ya se encuentra a disposición la lista de los productos para que hagan sus pedidos!

Por último, y para ir preparándonos para Pesaj, aquí pueden encontrar la Guía para la festividad realizada por la Asamblea Rabínica.

LA CHG PARTICIPA
DEL MEZUTON
El domingo 29 de mayo nuestra comunidad se sumará a un proyecto continental de la Asamblea Rabínica Latinoamericana con el objetivo de colocar mezuzot en todas aquellas casas que todavía no cuenten con ellas.
Tu compras el klaf (pergamino) y nosotros te regalamos el bait (caja)!!!

Al finalizar el evento, compartiremos una comida entre todos los participantes!

Para más información sobre el Mezuton - La Maratón Latinoamericana de la Mezuza - te invitamos a que ingreses aquí!

UN ARTICULO
PARA REFLEXIONAR
"Hacia un judaísmo liberal más agresivo"
La narrativa ortodoxa sobre el judaísmo debe ser confrontada, desafiada, refutada; oral, diligente y persistentemente; que sea éste el primer paso.
Por Alex Sinclair

La agenda pluralista de los movimientos judíos liberales, admirable en principio, podría llevarnos a ser menos insistentes con respecto a lo que nos diferencia del judaísmo ortodoxo, y el porqué es tan importante esa diferencia.
El judaísmo liberal presenta un reclamo poderoso, y es que el judaísmo ortodoxo, en su esencia, está equivocado. El judaísmo ortodoxo está construido alrededor de una narrativa que contiene un error fundacional: “La Torá fue escrita por Dios y entregada a Moisés en el Monte Sinaí”. Esta declaración, y la narrativa religiosa ortodoxa que surge de ella, han sido desmentidas por generaciones de eruditos bíblicos, arqueólogos, sociólogos de la religión e historiadores. Estos estudiosos han demostrado “más allá de la duda razonable”, en palabras del Rabino Louis Jacobs, que el entendimiento tradicional ortodoxo de la historia judía es falso. Los orígenes del judaísmo son mucho más complicados que eso.
¿Por qué, entonces, todavía permitimos que ese entendimiento desacreditado continúe siendo la narrativa dominante y predeterminada en el mundo judío? ¿Por qué permitimos que se repita en público sin censura? ¿Por qué permanecemos en silencio ante aquellos que lo creen, en lugar de ahondar en lo insostenible de su posición?
Quisiera sugerir tres razones: la autocomplacencia sobre el peligro de la narrativa; temor a la desunión/falta de unión; y preocupación por la asimilación.
Somos autocomplacientes con la narrativa ortodoxa porque nuestras mentes están cerradas al daño que ésta ya ha provocado, y a los peligros que conlleva.
La narrativa ortodoxa es el principal razonamiento y fuerza motora detrás de la errónea empresa de asentamientos de Israel de los últimos 40 años. Esto es obvio cuando pensamos sobre el movimiento religioso nacional (“Dios nos dio esta tierra”), pero también es cierto, aunque menos obvio, cuando examinamos el consentimiento tácito dado por la mayoría no ortodoxa a este desafortunado experimento. Muchos judíos no observantes creen la narrativa ortodoxa, y por ello respetan, aunque sea a regañadientes, a quienes viven sus vidas de acuerdo a ella. Esta culpa judía es particularmente frecuente entre la comunidad sefaradí, en la que grandes números de judíos no observantes votan por Shas porque creen que, en parte, son ellos los que mantienen la llama del “judaísmo verdadero” encendida. Aunque esta culpa no está confinada a los sefaradíes.
Grandes sectores del pueblo judío, especialmente en Israel, han tolerado la agenda derechista de asentamientos porque respetan las creencias de los colones ortodoxos. Ha llegado el momento de desafiar esas creencias más enérgicamente. La ideología ortodoxa fundamentalista está basada en afirmaciones históricamente incorrectas y en suposiciones cuestionables sobre historia judía. Es hora de que lo digamos.
Para que quede claro: no niego la conexión histórica del pueblo judío con la tierra de Israel, ni cuestiono nuestro derecho a la autodeterminación política en parte de esa tierra.
Lo que rechazo es la narrativa fundamentalista, que ve la conexión como ordenada por Dios, y el uso consiguiente de esa narrativa para justificar acciones políticas.
Israel está cada día más controlado por aquellos que se guían por la narrativa ortodoxa. No son solo los asentamientos, sino también el lugar de los no judíos en la sociedad israelí, la legitimidad de las tendencias judías no ortodoxas, los derechos de las minorías, los subsidios educativos, y una docena de otros asuntos. El gobierno actual de Israel es una coalición terrorífica de aquellos que creen y viven según la narrativa ortodoxa (los ultraortodoxos y ortodoxos nacionales), y aquellos que yo llamo “ortófilos”: judíos no observantes que pueden no vivir de acuerdo a las prácticas ortodoxas, pero que de todas maneras creen o respetan la narrativa ortodoxa (los votantes de Shas, el partido Likud y gran parte del partido Yisrael Beiteinu, supuestamente secular). Esta coalición de ortodoxos y ortófilos está llevando a Israel hacia varios abismos al mismo tiempo.
Los judíos liberales, tanto en Israel como en la Diáspora, debieran tratar de detener a esta coalición cultural y política antes de que sea demasiado tarde, y una manera para hacerlo es desafiando las afirmaciones esenciales de la narrativa ortodoxa.
Una segunda razón por la que permitimos que la narrativa ortodoxa ocupe el papel protagónico es nuestro propio temor a la desunión judía. Andamos con pies de plomo, por miedo a decir que las opiniones de otros pueden estar “equivocadas” o ser “falsas”. Asentimos con la cabeza cuando escuchamos a amigos ortodoxos soltar declaraciones absurdas e históricamente ridículas, porque creemos en el derecho que tienen todos de tener su propia opinión, y porque queremos ser amables. Pensamos que es importante mantenernos unidos como pueblo, por lo que nos tragamos el orgullo y permitimos que la narrativa ortodoxa se convierta en la posición judía por defecto.
Irónicamente, el judaísmo ortodoxo es precisamente la fuerza principal que nos está llevando a la destrucción de la unidad del pueblo judío. Los judíos liberales son como, l’havdil, cónyuges abusados. Durante décadas, los judíos ortodoxos han hecho caso omiso de nuestras preocupaciones, discriminado a nuestros conversos, insultado a nuestros rabinos y usado nuestro dinero en nuestra contra; y sin embargo, todavía les sonreímos débilmente y nos colgamos de la esperanza de que se portarán bien. No. Esto ya no se trata sobre la unidad del pueblo judío; se trata sobre la visión del pueblo judío. No podemos permitir que esa visión continúe siendo sacrificada en aras de la unidad.
La tercera razón por la que toleramos que la narrativa ortodoxa sea la predeterminada es porque nos preocupa la asimilación, y muy en lo profundo nos preguntamos si la narrativa, aun siendo falta, nos podría ayudar a contener la marea de judíos que abandonan al pueblo judío. Tenemos razón de preocuparnos por la asimilación, y necesitamos arremangarnos y desarrollar argumentos apasionados, aunque liberales, para explicar por qué el judaísmo es un prisma tan maravilloso y enriquecedor, a través del cual vivir la vida. La lucha contra la asimilación es mucho más difícil sin la narrativa ortodoxa, pero no debemos sacrificar la verdad por la continuidad judía.
Todo esto no quiere decir que debamos dejar de ser pluralistas. Los judíos liberales deben continuar conversando y aprendiendo unos de otros, sea cual sea el lugar que ocupen en el espectro confesional.
Debemos también hablar con, y aprender de, los judíos ortodoxos pensantes abiertos a tales diálogos, de los que hay muchos. Pero no debemos permitir que el pluralismo, diálogo y aprendizaje mutuo oscurezca las disputas genuinas sobre historia e ideología que nos separan, y nosotros, judíos liberales, debemos estar mejor preparados para refutar la posición ortodoxa fundamentalista en nuestros diálogos con amigos y colegas ortodoxos.
Se requiere de un nuevo movimiento judío global: un movimiento de judíos que ya no estén dispuestos a permanecer en silencio y ceder el judaísmo a la narrativa ortodoxa, fundamentalista e incorrecta. Esta narrativa ortodoxa debe ser confrontada, desafiada, refutada; oral, diligente y persistentemente. Que sea éste el primer paso.

El Dr Alex Sinclair es el director de los programas sobre Educación en Israel del Seminario Teológico Judío. Reside en Modiin, Israel. El artículo apareció en inglés en el periódico israelí Haaretz el 20/03/11. La traducción al español la realizó Inés Gutiérrez.

LOS RABINOS DE LA UJCL
ESCRIBEN EL COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabino Rami Pavolotzky (Costa Rica)
La semana pasada leímos en Parashat Tazría acerca de la tzaraat, una palabra que se utiliza para designar una variedad de enfermedades de la piel. Habitualmente se la traduce como “lepra”, aunque es sabido que la identificación de la lepra con las afecciones que la Torá denomina tzaraat no es correcta.
La parashá de esta semana comienza con la descripción del complejo ritual de purificación de aquella persona que después de haberse comprobado que tenía los síntomas de tzaraat, había superado su período de aislamiento y ya sus síntomas habían desaparecido.
El ritual en sí estaba dividido en tres etapas. La primera (Vaikrá 14:2-8) se desarrollaba una vez que el cohen, el sacerdote, verificaba que la enfermedad había desaparecido. Todavía fuera del campamento, se iniciaba una ceremonia que contenía curiosos elementos, como ser dos pájaros vivos, madera de cedro, lana carmesí e hisopo. Después de rasurarse, bañarse y lavar su ropa, el “ex-leproso” podía entrar al campamento, pero todavía no a su casa. Luego de esta primera parte, la persona debía esperar hasta el séptimo día para comenzar la segunda etapa (Vaikrá 14:9), que incluía una vez más el baño el lavado y el rasurado de todo pelo visible. Ya en el octavo día comenzaba la tercera etapa de purificación (Vaikrá 14:10-32), que incluía varios elementos y sacrificios. Luego de este rito, la persona quedaba completamente pura y sin ninguna restricción ritual.
Cuando uno lee detenidamente todo este complejo procedimiento por medio del cual una persona que había sanado de tzaraat podía reintegrarse a su comunidad, lo asaltan muchas dudas. Una de ellas es la que tiene que ver con un perceptible aroma a magia que se esconde detrás del rito. Los sacrificios, la aspersión con sangre, el rol del cohen, la liberación del pájaro, los elementos simbólicos que tienen lugar en las diferentes ceremonias, más el hecho de que en los tiempos bíblicos la tzaraat era considerada como una plaga o castigo divino, nos inducen a sospechar que este podría ser un ritual mágico. Como si esto fuera poco, está bien documentado y estudiado (ver por ejemplo la entrada “Leprosy” en la Enciclopedia Judaica, o la exégesis de Bernard Bamberger a nuestra parashá en el Jumash de Gunther Plaut) que otros pueblos vecinos del antiguo pueblo hebreo, practicaban rituales semejantes ante la aparición de este tipo de enfermedades. Estos rituales incluían elementos mágicos, exorcismos, brujos y la voluntad expresa de expulsar al demonio que causaba el mal y alejarlo definitivamente de la persona afectada. ¿Acaso deberíamos aceptar que la Torá nos describe aquí un ritual mágico?
La respuesta es un categórico no, como lo explicara magistralmente Iejezkel Kaufman. Si bien es probable que este ritual sea un resabio de antiguas costumbres paganas, la Torá se encargó de extirpar todo elemento mágico/pagano de la ceremonia. Por empezar, todo comienza una vez que el cohen comprueba que la enfermedad ha desaparecido: el cohen no tiene fuerzas, ni apela a ellas, para combatir la enfermedad, sino que simplemente verifica la evolución de la misma. Vale agregar que la Torá misma registra un caso de curación maravillosa, que es el de Miriam (Bemidvar 12:10) pero el milagro divino se produce solamente ante la plegaria misericordiosa de Moshé. La enfermedad no proviene de una fuerza demoníaca, ni tampoco el ritual es el arma para combatirla. En el monoteísmo bíblico, tanto el mal como el bien necesariamente deben provenir de D”s, y así también la enfermedad viene de Él. El ritual no intenta en lo más mínimo torcer la voluntad divina, sino que es un acto simbólico de purificación, lo que hoy llamaríamos una ceremonia religiosa.
Este es un buen ejemplo de cómo la Torá transformó por completo los antiguos rituales paganos, convirtiéndolos en bellas y profundas ceremonias que buscan exaltar la creencia en un solo D”s, cimiento fundamental del Pentateuco. La Torá vino a regalar al mundo las bases sólidas sobre las cuales se afirma el monoteísmo ético: ya no hay fuerzas ocultas ni magia, sino un solo D”s que es fuente de todo lo existente.
Shabat Shalom uMeboraj!

DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM !!!

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