SHABAT NOAJ

29 de Octubre de 2011 - 1ro de Jeshvan de 5772 

MAZAL TOV
Felicitamos a Ricardo y Cecilia Elías por el nacimiento de su nieta Penelope, hija de Erick y Karla. A ellos, sus padres, y sus abuelos les deseamos Mazal Tov!!!


PESAME
Desde el Kol HaKehila acompañamos a Odette Sanchez por el fallecimiento de su querida madre z"l en días pasados. Que puedan Odette, Yadira y Aína encontrar consuelo junto a los deudos del nuestro pueblo.

TALMUD PARA ADULTOS
Este miércoles, 26 de octubre, a las 20.30 hs. retomamos las clases de Talmud.
No se requieren conocimientos previos!
Puedes seguir la transmisión de la clase en directo desde aquí.



XIII CONVENCION DE LA UJCL
GUADALAJARA 2012
Quinta Circular: Personalidades Destacadas

 Para acceder a las primeras circulares de la convención, te invitamos a hacer click aquí

MAJANE DE LA UJCL
DARKEINU 2011
Pueden ingresar en el sitio web del majane haciendo click aquí

 LOS RABINOS DE LA UJCL
ESCRIBEN EL COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabino Joshua Kullock
Imaginemos por un instante la desolación total.
El mundo, tal y como lo habíamos conocido, se esfumó. Los paisajes que habían enmarcado nuestra vida desaparecieron. Los amigos que nos habían acompañado ya no están. Casi sin aviso, abrimos nuestros ojos para reencontrarnos con el Tohu vaVohu, con el caos primordial que reinaba sobre el universo en los primeros tiempos de la creación. Todos nuestros miedos se hicieron realidad, siendo los testigos únicos de una catástrofe sin igual. 
Yo no sé  ustedes, pero cuando tengo que pensar en el momento mismo en que Noaj abrió la compuerta del arca luego del diluvio, no dejo de imaginar la cara de horror frente a lo que vieron tanto él como su familia. Indudablemente, no debe ser fácil ser los únicos sobrevivientes de un mundo arrasado por aguas sin control.
Es interesante observar cómo la Tora, desde sus primeros capítulos, trabaja a conciencia sobre aspectos de nuestras vidas que a veces preferiríamos olvidar. En la parasha de la semana pasada vemos a una familia – a la primera familia de todo el universo – cuya estructura se desmorona todo cuando un hijo mata al otro. Ya sea a conciencia o sin querer (recordemos que Caín no podía saber que sus acciones conducirían al asesinato inminente de su hermano Abel), la Tora nos presenta en su primera parasha una familia desmembrada y una pareja que debe recuperarse de la peor tragedia imaginable.
En nuestra parasha, la crisis se sucede a raíz de lo que podríamos llamar una catástrofe natural. Lo que hoy llamaríamos tsunami, terremoto o huracán, en la antigüedad fue codificado a partir del relato bíblico que describe un mundo azotado por un diluvio que destruye casi todo, a excepción de una familia en particular y de los animales que lograron ingresar en el arca.
De alguna manera, podemos decir que la Tora comienza a desandar sus primeros textos recordándonos que vivimos en un mundo que no está exento de que cosas terribles puedan suceder. Y mientras que algunos preferirían esconderse (recuerden lo que hacen Adán y Eva luego de comer el fruto prohibido o lo que Jonás hace cuando en lugar de ir a Nínive se sube a un barco con otro destino), nuestra tradición nos enseña que intentar escaparnos o negar la existencia del mal potencial puede ser sumamente contraproducente. Desde sus inicios, la Tora nos recuerda que vivimos en un mundo imperfecto y que nadie tiene asegurada una vida sin momentos difíciles.
Bajo esta perspectiva es que me parece interesante que abordemos la respuesta de Noaj y sus hijos al salir del arca ya que la forma en que resolvieron su reencuentro con el mundo se manifiesta hasta el día de hoy en la manera en que cada uno de nosotros intenta pactar con aquellas instancias críticas de su propia vida, con aquellos momentos en los que entendemos que nuestro propio universo se viene abajo.
¿Qué hizo Noaj después de la catástrofe? Leemos en la Tora: “Después comenzó Noaj a labrar la tierra y plantó una viña. Bebió el vino, se embriagó y se desnudó en medio de su tienda” (Bereshit 9:20-21). Frente a la tragedia, Noaj decide evadirse refugiándose en la bebida. Frente al gran desafío que se le presentaba – empezar de cero nunca es fácil – Noaj prefirió evitar el problema en lugar de lidiar con él. E incluso si fue uno de los primeros en reaccionar así frente a una situación difícil, no fue el último. Ya que, como bien dice el rabino Harold Kushner en su último libro: “Esta es una reacción que yo he visto en sobrevivientes de una tragedia, un crimen o un accidente de autos. Están demasiado aturdidos para saber qué hacer después. Las memorias de lo acontecido pueden ser muy dolorosas para recordarlas. Pueden sentirse indignos de haber sobrevivido” (Conquering Fear, p.85).
Por el otro lado, y en contraposición a la resolución fallida de Noaj, el texto nos presenta el camino que encontraron sus hijos para hacerle frente a lo que vieron al salir del arca. Dicha senda se encuentra escondida en uno de los capítulos a priori más áridos del texto bíblico: el décimo capítulo del Génesis. Si lo leen, verán básicamente una lista de nombres. Específicamente, una lista con los descendientes de los hijos de Noaj. Y aun cuando generalmente al ver este tipo de textos nuestro deseo es el de brincar hasta la próxima historia o relato, la Tora con este capítulo nos marca la pauta de lo que debemos hacer al sentir que nuestro mundo se desmorona: en un mundo desolado, los hijos de Noaj aceptaron el desafío de formar familias y generar descendencia. En lugar de evadirse, esconderse y llorar por la magra suerte que les tocó, los hijos de Noaj entendieron que la única manera de plantarse frente a las dificultades es proponiendo la construcción de un mundo mejor empezando por poblar una tierra que estaba vacía. Al tener hijos, ellos nos enseñaron no una función de la biología sino un posicionamiento ideológico sobre sus esperanzas a futuro. 
Cuando hoy en día nos vemos en situaciones similares a las de Noaj y sus hijos, a cada uno de nosotros se nos presenta el desafío de tener que resolver. Y mientras que la Tora no niega que tal vez nos toque atravesar por valles de tinieblas, lo que nos dice es que una parte importante de cómo vivimos nuestras vidas gira en torno a nuestra capacidad de hacer frente a esas situaciones, ya que si bien no está en nuestras manos elegir qué cosas nos ocurrirán, bajo nuestra entera responsabilidad recaerá la forma en que nos dejaremos afectar por aquello que nos ocurra. Mientras que evadirse es una respuesta posible (al fin y al cabo creemos en el libre albedrío), nuestra tradición ya nos aconsejó diciendo: “U bajarta baJaim… Y elegirás la vida.”
Shabat shalom y Jag Sameaj!

DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM !!!

SHABAT BERESHIT

22 de Octubre de 2011 - 24 de Tishrei de 5772 

SHMINI ATZERET Y
SIMJAT TORA 5772

Horario de Encendido de Velas
Shmini Atzeret (19/10): 19.11 hs.
Simjat Tora (20/10): 19.59 hs. (con fuego preexistente)

Horario de Rezos
Shmini Atzeret - Arvit (19/10): 20.30 hs.
Shmini Atzeret - Shajarit (20/10): 8.00 hs.
Simjat Tora - Arvit (20/10): 20.00 hs.
Simjat Tora - Shajarit (21/10): 8.00 hs.


REGRESAN LAS CLASES
DE TALMUD
Luego de un mes lleno de festividades es hora de volver al estudio.
En ese espíritu nos reencontraremos el miércoles 26 de octubre a las 20.30 hs. para continuar con nuestra lectura y discusión del Talmud.
No se requieren conocimientos previos.
Los esperamos!

XIII CONVENCION DE LA UJCL
GUADALAJARA 2012
Cuarta Circular: Abierta la Inscripción!!! 

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MAJANE DE LA UJCL
DARKEINU 2011


 LOS RABINOS DE LA UJCL
ESCRIBEN EL COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabino Joshua Kullock
Pensar Divrei Tora sobre las primeras parashiot del año no es una tarea sencilla. Podría parecer, al menos a primera vista, que es relativamente sencillo hablar sobre la creación del mundo, el diluvio universal o nuestros patriarcas, y sin embargo, al ser estos textos y relatos tan conocidos, uno tiene por momentos la sensación de que nada de lo que vaya a decir será novedoso o interesante para aquellos que están leyendo.
Me gustaría en este contexto, comenzar invitándolos a que recordemos juntos a la Voz. ¿Saben a quién estoy haciendo referencia? Efectivamente, Francis Albert Sinatra nació allá por 1915, hijo de padres italianos. Muchos lo consideran como la voz más importante del siglo pasado, y me imagino que más de uno ha sabido conmoverse con sus interpretaciones.
Aun así,  no es mi intención la de hablar de Sinatra en esta oportunidad. Ya que para la tradición de Israel, él es en el mejor de los casos una voz más, pero definitivamente no es La Voz. Porque al hablar de La Voz en nuestro pueblo, nosotros hablamos de D’s.
Qué difícil es hablar sobre la voz divina, ¿no? ¿Será grave? ¿Será aguda? ¿No será nada de todo eso y hablar de la voz es un antropomorfismo que nos intenta transmitir algún concepto o idea que supera nuestra capacidad de entendimiento? Todos los Shabatot, sin importar el lugar del mundo en el que nos encontremos, solemos cantar un salmo que dice: “Kol Ad-nai shover arazim… la Voz de Ad-nai rompe los cedros” (Salmos 29:5) pero de la misma manera nos podemos encontrar en el mismo texto bíblico a D’s diciéndonos que la suya es “Kol dmama daka… una tenue y pequeña voz” (I Reyes 19:12). A fin de cuentas, parecería ser que ni en el Tanaj podemos encontrar indicios claros sobre la voz de D’s.
Sea aguda o sea grave, rompiendo cedros o escuchándose como un tenue susurro, lo que la Tora nos invita a reconocer con absoluta certeza es el poder creativo que tiene Su palabra. D’s dice, y las cosas se hacen. D’s habla, y el mundo se crea. Su voz suena, y toda la existencia cobra vida.
La voz de D’s tiene la particularidad de que es, al mismo tiempo y de manera indivisible, palabra y acción. Es Dabar y es Dibur, es una cosa concreta, y es el acto de hablar. Es la unión entre el decir y el hacer. Y es también lo que la tradición de Israel pretende de nosotros, llamados a imitar Su obra en nuestras propias manos.
En relación a este último punto, cuenta un cuento jasídico que un discípulo hizo la siguiente observación en presencia del Rebe Menajem Mendl de Kotzk: “¿Cómo puede ser que D’s, siendo tan perfecto, haya tardado seis días en crear un mundo que no lo es? ¿Cómo es eso posible?”  El Rebe le regañó: “¿Acaso usted podría haberlo hecho mejor?” “Sí, eso creo,” balbuceó el discípulo, que ya no sabía muy bien lo que decía.  “¡Usted podría haberlo hecho mejor! – gritó el maestro.  Entonces, ¿qué está esperando? ¡No tiene un minuto que perder, adelante, empiece a trabajar!”
Creo que muchas veces nos termina pasando lo que le pasó al alumno del Rebe: somos buenos espectadores, sabemos marcar las fallas de los demás (a veces incluso las de D’s) pero nos cuesta ser pro-activos, dejando de mirar para pasar a la acción. Hablar para resaltar defectos ajenos es sumamente sencillo. Trabajar por mejorar nuestra tarea es mucho más complicado. Quizá por eso, de la misma raíz hebrea de donde salen las palabras Dabar y Dibur sale también la palabra Midbar, la palabra Desierto: Porque siempre que nos dediquemos a hablar y nada más, nuestra palabra será árida como el desierto, y será imposible esperar que en soledad nos de frutos. De acuerdo con nuestra tradición, la palabra encuentra su sentido al enlazarse con la acción. La palabra se potencia y se vuelve creíble solo al estar acompañada de acciones congruentes. Y si algo nos quiere enseñar el texto de la primera Parasha de la Tora es justamente esto.
Quiera D’s inspirarnos para que podamos juntos vincularnos y comprometernos a través de lazos creativos que nos permitan decir lo que hacemos, pero - principalmente - hacer lo que decimos.
Shabat shalom y Jag Sameaj!

DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM Y JAG SAMEAJ !!!

SHABAT SUCOT

15 de Octubre de 2011 - 17 de Tishrei de 5772 

FAMILIA ANFITRIONA
Este Shabat nuestros anfitriones serán el rabino Joshua, Jessica, Iara y Abigail Kullock con motivo del cumpleaños de Iara. A ellos les decimos: Mazal Tov!

SUCOT 5772
Horario de Encendido de Velas
Primera noche (12/10): 19.17 hs.
Segunda noche (13/10): 20.04 hs. (con fuego preexistente)

Rezos de Sucot
Primera noche (12/10): 20.30 hs.
Primera mañana (13/10): 8.00 hs.
Segunda noche (13/10): 20.30 hs.
Los anfitriones de la cena de esta noche serán Ricardo y Cecilia Elías
Segunda mañana (14/10): 8.00 hs.



Simjat Tora en la CHG


XIII CONVENCION DE LA UJCL
GUADALAJARA 2012
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MAJANE DE LA UJCL
DARKEINU 2011


 LOS RABINOS DE LA UJCL
ESCRIBEN EL COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabino Gustavo Kraselnik (Panamá)
Hiljot Yom Hakipurim, el tratado que el Shuljan Aruj dedica a la observancia del día más sagrado del año culmina diciendo que al finalizar esa jornada, repuestos del ayuno, debemos comenzar a construir la Sucá. En palabras del Mapá (Moshe Iserless, Polonia Siglo XVI) para pasar sin interrupción del cumplimiento de una mitzva a otra mitzvá. (Oraj Jaim 621:4)
También el Gaón de Vilna (Eliahu Ben shlomo Zalman Kramer, Siglo XVIII) conecta ambos días sagrados. En su interpretación y tomando en cuenta que de acuerdo al Talmud (Taanit 30b) Moisés descendió del monte Sinaí el 10 de Tishrei (Yom Kipur), el 11 le comunica al pueblo la orden de construir el Mishkán (Tabernáculo), el 12 y el 13 el pueblo trae las donaciones, el 14 se lo prepara y el 15 de Tishrei, la fiesta de Sucot, queda consagrado. (Citado por el Maguid de Duvno, Kol Iaakov, Shir Hashirim 1:4)
Existen muchas otras formas de vincular ambas celebraciones. La realidad es que apenas terminamos Yom Kipur, ya nuestro esfuerzo está destinado a la preparación de Jag Hasucot. Una vez escuche plantear la relación a partir de un tema de personas. Yom Kipur es una experiencia profundamente individual (es el día que se rubrica mi veredicto) mientras que Sucot apunta a lo colectivo. (Es la fiesta en que pedimos por lluvia, un premio compartido por todos)
Hay quien sostiene que Sucot viene a desafiar a Yom Kipur. Después de la intensidad del ayuno y convencidos que nuestra Teshuvá (arrepentimiento) fue aceptada, podemos dejarnos vencer por la arrogancia y creer que somos invencibles (al menos hasta el próximo juicio divino). Sentados bajo la Sucá, “sufriendo” sus incomodidades y pendientes de las inclemencias climáticas (lluvia y calor, aquí en el trópico ambos igual de intensos) recuperamos la sensación de fragilidad y recordamos que “somos solo polvo y cenizas” como rezábamos con tanta fruición en Yom Kipur.
Por otra parte, podemos pensar que Yom Kipur y Sucot se complementan. Mientras que en el primer caso se trata de una jornada solemne, cargada de un fuerte sentido de trascendencia, Sucot es considerada la “fiesta” por antonomasia (al menos así era en la época Talmúdica) y sus  manifestaciones de alegría – en otros tiempos, excesivas – acompañan la celebración, tal como lo establece la Torá: “Celebra durante siete días la fiesta de Sucot, apenas termines de recoger los frutos de tu era y de tu lagar. Te alegrarás durante la fiesta…” (Deut 16:13-14).
Además de todo lo anterior, a mi me gusta ver en Sucot la oportunidad de llevar a la práctica los enunciados teóricos de Yom Kipur. Las dos mitzvot centrales de la fiesta, la Sucá y los Arvaat Haminim (las cuatro especies) conllevan acciones físicas.
A diferencia de Yom Kipur en donde nos adentramos en un profundo ejercicio teórico sobre nuestra propia vida, Sucot nos lleva literalmente a construir una Suca para habitarla durante la fiesta y nos convoca a tomar en nuestras manos y sacudir juntos el Lulav, el Etrog, el Hadas (Mirto) y la Aravá (sauce) en ambos casos, actos concretos que no sólo involucran nuestros cinco sentidos sino que también están fuertemente cargados de simbolismo. La sucá rememora la travesía por el desierto y nos recuerda nuestras limitaciones. Los Arvaat Haminim con su diversidad nos recuerda la pluralidad del reino vegetal y también de la especie humana (de acuerdo al midrash – Vaikrá Raba 30:12 – representa los distintos tipos de judíos).
Sólo cinco días en el calendario separan a Sucot de Yom Kipur. Ambas celebraciones, cada una a su manera, nos invitan a comprender mejor nuestra propia experiencia y desde allí, renovar nuestro compromiso de acercarnos más a dios y a nuestros semejantes.
Shabat shalom y Jag Sameaj!

DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM Y JAG SAMEAJ !!!

Iom Kipur - Palabras de Cecilia Elias


Shaná Tova. Gmar Jatimá  tová. 
Quiero comenzar agradeciendo a todas las personas que tomaron parte en los servicios religiosos de éste año, a todos los socios que de alguna manera han colaborado en las actividades comunitarias, al Rabino Joshua por su dedicación y amor a ésta comunidad, al personal administrativo que con su trabajo nos apoyan en la marcha diaria de la comunidad, y de manera muy especial a las personas que voluntariamente aceptaron la responsabilidad junto conmigo de asumir las riendas de la comunidad para los próximos dos años. 
A todos gracias por su apoyo y espero que juntos podamos seguir adelante con lo hecho hasta ahora y hacer crecer aún mas esta comunidad.   
Estuve pensando mucho que podría decirles hoy que no se haya dicho. Que palabras utilizar para decirles lo que siento respecto a la comunidad, de manera que éstas no caigan en el vacío, y que de alguna manera causen un efecto positivo en todos.
Y es que hay palabras, frases e ideas, que de tanto usarlas, de tanto decirlas, se han gastado, y parece que han perdido su significado.
Palabras como: “comunidad”,  “responsabilidad”, “asistencia”, “apoyo” “compromiso”, “nuestra comunidad”,  “ser parte”, “pagar a tiempo”,  etc. ya no le dicen nada a nadie,  ya no motivan ni responsabilizan a nadie. Han perdido la fuerza de su significado y la vergüenza que deberían provocar cuando uno mismo las traiciona. 
El idioma para hablarles a los socios, se ha agotado.
Desgraciadamente no hay otras palabras que podamos usar para comunicarnos, y para reiterar la responsabilidad que tenemos al haber formado ésta comunidad, con el único fin de defender principios fundamentales con los que supuestamente nos identificamos y con el apoyo y compromiso de todos. No de unos cuantos. 
Tenemos un futuro muy comprometido con todos los niños y jóvenes de esta comunidad que han nacido y hecho su bar y batmitzvá aquí. ¿Qué comunidad les vamos a dejar? ¿Tendrán comunidad en el futuro?. No podemos dejarles palabras huecas y promesas incumplidas. Debemos dejarles hechos,  demostrados con nuestro ejemplo de apoyo a la comunidad y asistencia  a sus actividades. Eso es lo único que les podemos dejar.
Esta directiva tiene como proyecto de trabajo enfocarse a los niños y jóvenes de la comunidad. Pero solos no podemos. Necesitamos del apoyo de todos y particularmente de sus padres. La demografía de la comunidad está en los extremos: por una parte una mayoría de niños y jóvenes y por otra una gran cantidad de adultos, en los que recae la responsabilidad comunitaria de éstos niños.
Por ello, hemos decidido que en la fiesta de Simjá Torá sea dedicada a los jóvenes, dándole el honor de ser el Jatán Torá  a Salomón Behar, reconociéndole así su colaboración  y apoyo incondicional a ésta comunidad; y el honor de Jatanei Bereshit, de manera conjunta a todos los jóvenes que en estos últimos años hicieron Bar y Bat Mitzvá: Ricardo Chejfec, Samuel García,  Miriam España, Ana García, Tomer Guy, Paulette Moel, Vania Alvarez y Mauricio Moel, por su participación voluntaria en los rezos de Shabat y lecturas de la Torá.
Ellos son, sin duda el futuro de la comunidad.   
Ahora, aunque suene ilógico, pero quiero dirigirme a los que no están. O a los que poco vienen, y hoy nos acompañan. Quiero dirigirme a los que se hacen sordos ante los problemas comunitarios; a los que no cumplen sus compromisos económicos, y a los que nos han dejado solos con la responsabilidad de la comunidad que ayudaron a formar o a la que decidieron pertenecer.
Ayer nuestro rabino platicó la historia, “hipotética supongo”,  de una comunidad compuesta por cientos de personas, en la que cada uno de sus miembros por diferentes razones se fue auto-descartando del trabajo y  la responsabilidad comunitaria, hasta que quedaron solo dos personas: un directivo y el rabino.
Esa historia causó risa en la mayoría, pero a mi, me causó mas bien preocupación y temor.
Quiero decirles que los directivos actuales, y concretamente yo, no seremos esa persona a la que todos les dejan cómodamente el trabajo y la responsabilidad de sacar adelante la comunidad y de dar la cara por los compromisos económicos adquiridos por todos.
Esta comunidad, como la del ejemplo que ponía Joshua ayer, también esta formada de personas adultas que sin ningún miramiento se auto-descartan de la responsabilidad.
Unos alegan estar muy ocupados en otras cosas y no tener tiempo para asistir a reuniones de trabajo, y ni siquiera a actividades culturales o de esparcimiento.
Otros fundamentan su alejamiento en que no les cae bien el directivo en turno o el rabino; que la secretaria les habló feo, o que no les gusta la manera como se hace tal o cual cosa.
Y la primera represalia que todos utilizan para manifestar sus desacuerdos es la de no pagar, no pagar a tiempo, o decidir unilateralmente bajarse la cuota que ellos mismos habían acordado, importándoles nada las consecuencias de sus retrasos, seguros de que habrá un directivo, ese último directivo, que afrontará la situación y dará la cara por todos. 
Yo no quiero regañar a nadie. No soy nadie para eso. Lo que quiero es apelar a sus propias conciencias y a que hagamos todos honor  a los compromisos asumidos. Pagando lo que nos corresponde, y asistiendo.
Ambas cosas. Porque de nada sirve pagar para tener una comunidad vacía, y por otro lado es imposible tener un lugar funcionando con actividades para todos, sin que nos cuesten. 
Hoy es el momento de decir esto.
Las fiestas de Rosh Hashana y Iom Kipur nos sacan las fibras mas sensibles de nuestro ser. En éstos días demostramos cariño, solidaridad, pedimos perdón y perdonamos; nos comprometemos a ser mejores personas, mejores hijos, mejores padres, mejores esposos o hermanos.
En estos días nos comprometemos a ser mejores judíos.
Y yo me pregunto: ¿qué ocurre en el resto del año? Porque no cumplimos nuestras promesas de ser mejores personas, todos los días?
¿Porqué solamente hoy somos mas amables con el otro; porqué esperamos hasta hoy para cumplir nuestros compromisos morales y económicos? 
No se vive un día al año. Vivimos todos los días. Y la vida comunitaria es igual. Si vive y come solo un día al año se muere. 
Lo que ha pasado, es que a ocho años de haber fundado ésta comunidad, muchos de ustedes, principalmente los que no están, nos han dejado solos.
Muchos rehuyeron al compromiso asumido, y se les acabó la motivación que dio origen a ésta comunidad.
Dan por hecho que existe, y que ahí estará siempre a pesar de su ausencia física y económica.
Dan por hecho que ahí estaremos siempre algunos de nosotros para defender su derecho a ser judíos y a vivir un judaísmo conservador; dan por hecho que siempre habrá alguien haciendo el trabajo y poniendo los recursos necesarios para que todos tengamos un lugar para llevar una vida judía libre de prejuicios y discriminación.
Sí, la comunidad puede tener muchas carencias; sí, el rabino y los directivos en turno podemos tener mucho defectos y no ser del agrado de todos; sí, la vida en general y la vida comunitaria no es perfecta, ni nunca lo será.
Pero está en todos nosotros, y no en unos cuantos, contribuir a hacerla si no perfecta, al menos mas llevadera, mas amable y mas enriquecedora.
En este día de reflexión e introspección; en éste día en el que todos tienen su corazón abierto, quiero pedirles como amigos, como familia, como miembros de ésta comunidad, que no nos dejen solos.
Porque muchos nos han dejado solos. Solos en la convivencia y solos en las responsabilidades.
Nadie de nosotros, ni de nuestras familias es una isla. Estamos todos comprometidos, los unos con los otros.  Los puntos de vista adoptados por unos, tienen impacto sobre los demás.
Pero pese a las profundas diferencias de enfoque, ¿ debemos rehusarnos a entrar en conversación unos con otros? ¿Debemos encontrar placer en el fracaso del otro?
No  podemos vivir con  la soberbia de pensar que nadie necesita del otro, o que nunca necesitará de la comunidad y de la solidaridad de los demás.
Por eso estamos aquí, en comunidad, rezando los unos por la salud de los otros, y ayudándonos los unos a los otros para preservar nuestros respectivos legados y para preservar el legado común.
Somos herederos de una larga historia de desprecios, de desconfianza y de la anulación de expresiones honestas y nobles de buena voluntad. Y esa historia es la que decidimos cambiar.  
La comunidad es el territorio común de todos. Es el lugar para darnos cuenta  que a pesar de los desacuerdos  que podamos tener, hay convergencia en muchos de nuestros compromisos, en tareas que tenemos en común y en males que debemos combatir juntos.
Porque por encima de todo, y a pesar de que podamos discrepar acerca del modo de lograr las cosas, los miedos, las emociones, y las necesidades que sentimos y tenemos todos son las mismas.  
La responsabilidad y compromiso de mantener esta  comunidad es de todos. Acabar con ella es muy fácil. Volverla a hacer muy difícil, si no imposible.
No están solos. No estamos solos. No nos dejen solos. No nos quedemos solos. 

Shaná Tova. Gmar Jatimá  Tová.
Cecilia Elías
Presidenta de la Comundad Hebrea de Guadalajara

Iom Kipur 5772 - Neila


BH

Iom Kipur 5772
Neila

Cuentan que una pareja de ancianos fue a comer a la casa de otra pareja. Luego de la cena, las mujeres levantaron la mesa y se fueron hacia la cocina. Mientras tanto, los hombres se pusieron a platicar. Uno dijo: “Ayer fuimos a comer a un nuevo restaurant que resultó maravilloso. No pueden dejar de conocerlo.” “¿Cuál es el nombre del restaurant?” Preguntó el otro hombre. El primer hombre pensó y pensó, y finalmente dijo: “Dime… ¿cómo se llama la flor que se le da a una mujer cuando la amas? Tu sabes… esa flor roja que tiene espinas.” “¿Te refieres a la rosa?” “¡Exactamente!” respondió el hombre, quien mirando hacia la cocina gritó: “Rosa, ¿cómo se llamaba el restaurant al que fuimos ayer?”

¿A quién no le ha pasado algo similar a lo que relata la historia? ¿Quién no se olvido alguna vez en dónde dejó las llaves del carro o el teléfono celular que encima se quedó sin baterías? ¿A quién no le pasó alguna vez de cruzarse con alguien y saber que lo conoce pero sin tener idea de dónde o cómo se llama esa persona?
Vivimos olvidándonos de cosas. Incluso de aquellas cosas que consideramos importantes. Y muchas veces, nos olvidamos incluso en contra de nuestra propia voluntad. Queremos recordar, pero simplemente no  lo logramos.
Por el contrario, ciertos recuerdos nos atormentan y no nos abandonan. Parecería que estamos incapacitados para dejar atrás algunas cosas que les hemos hecho a los demás, y para hacer borrón y cuenta nueva con aquellas actitudes que otros han tenido con nosotros y que en su momento no nos gustaron y nos cayeron mal. De esas cosas, de las propias y de las ajenas, de esas sí que no nos olvidamos. Y muchas veces, son esas cosas las que nos dejan anclados para siempre en un pasado que ya no regresará.
Por eso mismo, y a poco de comenzar con Neila, quisiera aprovechar este espacio para compartir con ustedes palabras de Tora que estudié en los últimos días (gracias a mi maestro y amigo el rabino Brad Artson) y que creo significativas para este año que recién comienza. Se trata de una reflexión del Rebe de Slonim, rabino jasídico que falleció hace algo más de diez años en Ierushalaim.
Hablando de Rosh haShana, el Rebe de Slonim afirma que en estos días no solamente recordamos un nuevo aniversario de la creación del mundo, sino que cada año, Ds crea todo lo que existe y todo lo que es empezando de cero. Cada año, la creación se renueva, para empezar otra vez desde el principio. Y por lo tanto, a poco de comenzar con Neila, cada uno de nosotros, cada una de las personas que tenemos al lado, las paredes de esta casa y el universo entero cuentan sólo con diez días de edad.
Tan nuevo es el mundo, que si prestamos atención, todo lo que nos rodea está lleno de renovadas oportunidades y posibilidades. Tan nuevos somos nosotros, que ya no estamos atados a lo que hayamos hecho o dejado de hacer en el pasado. Tan nuevos somos, que no estamos obligados a actuar de acuerdo a cómo lo hicimos en el año que finalizó.
Si fuimos heridos en nuestra vida pasada, en este nuevo año podemos decidir no sentirnos insultados. Si alguien ofendió a nuestro “viejo-yo,” en este nuevo mundo podemos dejar ir esos viejos rencores que ya no se corresponden con nuestro “nuevo-yo.”
Si durante los años que pasaron nos dejamos caer en la apatía eso ya no importa. En este nuevo mundo, nuestro “nuevo-yo” puede elegir hacer las cosas de otra manera. Si nos excedimos en la comida y en la bebida; si no pudimos ponerle freno a nuestro trabajo; si por culpa del estrés maltratamos sin querer a nuestros seres queridos; si no pudimos evitar tantas de estas cosas, eso no significa que durante este nuevo año las cosas tengan que ser de la misma manera. Fuimos creados de nuevo. Nacimos hace tan sólo diez días. Todo, absolutamente todo, puede ser de otra manera. Las puertas del Cielo se encuentran abiertas. Las oportunidades para hacer las cosas de otra forma están todas a nuestra disposición.
En este año que comienza, y luego de haber trabajado sobre lo profundo de nuestro ser durante estos días de Rosh haShana y Iom Kipur, nuestro “nuevo-yo” puede elegir qué virtudes y cualidades rescatar de nuestro “viejo-yo” para refrendarlas en esta nueva etapa.
En este año que comienza, volvemos a escuchar las mismas preguntas de siempre: ¿Qué quiero para mi vida? ¿Cuál será mi compromiso para con mi familia, mis amigos y mi comunidad? ¿De qué manera concreta me voy a comprometer con el mundo y con la sociedad que me rodean? Las preguntas serán las de siempre, pero las respuestas deberán renovarse. Porque las respuestas del año pasado ya no son mis respuestas. Ese del año pasado ya no soy yo. Fuimos creados de nuevo. Nuestro “nuevo-yo” tiene la oportunidad de volver a responder, y si las respuestas del año pasado no funcionaron, volver a intentarlo sin cargar con la culpa de lo que ya no existe más.
En este sentido, las enseñanzas del Rebe de Slonim se vuelven radicales cuando se aplican a la idea de Iom haDin. Uno de los motivos principales de estos días gira alrededor del juicio divino. Leemos en el Unetane Tokef que Ds cuenta y recuenta su rebaño haciéndolo pasar bajo su cayado como si fuera un pastor. Se nos dice que en Rosh haShana se inscribe nuestro veredicto y que en Iom Kipur, en el día de hoy, se termina de rubricar. Y se nos dice que apelando a la Teshuva, la Tefila y la Tzedaka tal vez podamos modificar la decisión final. Y el Rebe de Slonim se pregunta: Si hemos sido creados de nuevo, si acabamos de nacer, ¿qué es lo que se está juzgando? En el nuevo universo creado, y con sólo diez días de antigüedad, no contamos con acciones, con errores o con méritos suficientes para que se nos juzgue. Y por eso, nos enseña el Rebe de Slonim, la sabiduría milenaria de la tradición judía radica en entender que no se nos juzga por aquello que ocurrió en el pasado con nuestros “viejos-yos” sino que somos juzgados a partir de lo que decidamos hacer en el futuro con nuestros “nuevos-yos.”
Nuestro veredicto no tendrá que ver con lo que ya fue, sino que girará sobre lo que de aquí en adelante será. Mientras que el pasado ya no puede modificarse, es sobre un futuro lleno de oportunidades que debemos dar cuenta. Lo verdaderamente importante no será si fuimos rencorosos en el pasado, sino si decidiremos ser empáticos en el futuro. Lo verdaderamente importante no será si dejamos de asistir a la sinagoga en el pasado, sino si decidiremos venir en el futuro, mañana para construir la Suca, el jueves próximo para cenar bajo la Suca, o en cualquier momento para estudiar, rezar o socializar. Mientras que el pasado ya no se puede cambiar, lo que sí podemos hacer es adueñarnos de un futuro maravilloso obrando a conciencia e inclinando la balanza de nuestras vidas hacia el bien.
En este nuevo año en el que hemos nacido de nuevo, renovemos nuestra capacidad de asombro. Sin importar los años que llevamos casados – de hecho, hoy todos los casados tenemos sólo diez días de casados – recordemos la primera vez que vimos a nuestra mujer y supimos que nos queríamos casar con ella, y vivamos con esa intensidad nuestra relación de pareja.
Sin importar los años que seamos padres, recordemos la profunda emoción que sentimos cuando nuestros hijos e hijas estaban naciendo, y por más grandes que estén o por más lejos que vivan, recuperemos esos primeros ojos con los que los vimos crecer, dar sus primeros pasos y comenzar a andar.
Recordemos que ésta, nuestra comunidad, tiene como cada uno de nosotros tan sólo diez días de haber sido creada, y que por tanto necesita de ese mismo compromiso que necesitó hace ocho años atrás cuando por primera vez fue inaugurada.
Recuperemos nuestro contacto con la naturaleza, con la vida y con la trascendencia que anida en cada uno de nosotros. En este nuevo año, en esta tarde-noche de Iom Kipur, animémonos a dejar atrás viejos hábitos que ya no nos pertenecen, para proponernos con sinceridad ser la mejor versión de nosotros mismos.

En pocos minutos más, y luego de haber compartido juntos un día intenso, se cerrarán las puertas del Cielo para que entonces podamos volver a nuestros quehaceres cotidianos. Que en este regreso a la vida, a nuestra nueva vida, podamos aprovechar la oportunidad que se nos da de haber nacido nuevamente. Que Ds nos bendiga con la capacidad de dedicar nuestras vidas a crear un futuro maravilloso, lleno de amor, compasión y constancia; un futuro de justicia, empatía y solidaridad; un futuro de espíritu, comunidad y Tora; un futuro del cual nos sintamos orgullosos; un futuro sublime que podamos entre todos hacer realidad.

Gmar Jatima Tova
Rabino Joshua Kullock
twitter: @kullock

Iom Kipur 5772 - Kol Nidrei


BH

Iom Kipur 5772
Kol Nidrei

Lo primero que escuchó el rabino al llegar a su nueva congregación, fueron las palabras de quien en aquel momento se desempeñaba como la voz de la experiencia comunitaria. Sus palabras fueron más o menos las siguientes:

“Estimado Rabino:
Nuestra querida congregación cuenta con 466 miembros. Cada uno de ellos cuenta.
Ahora bien, 70 de nuestros socios son personas mayores, por lo que quedan 396 para hacer todo el trabajo. 85 son niños en edad escolar por lo que solo quedan 311 para hacer todo el trabajo. Bueno… en realidad, de esos 311, 135 son atareados hombres de negocios, por lo que eso nos deja unos 176. Por otra parte, usted sabe, 87 son amas de casa con hijos chicos, lo que reduce el número a 79 personas para hacer todo el trabajo.
Tenemos 45 miembros que tienen importantísimos intereses ajenos a lo comunitario, por lo que nos quedan sólo 34 personas para hacer todo el trabajo. Eso sí, de ellos, 14 viven demasiado lejos para asistir con frecuencia. Por lo tanto, tenemos 20 personas para hacer todo el trabajo, y 18 de ellos dicen que ya están haciendo su parte, por lo que mi estimadísimo rabino, eso significa que sólo quedamos usted y yo para hacer la tarea, y para serle franco yo estoy realmente cansado. Le deseo la mejor de las suertes.”

La vida de las comunidades pequeñas es tan hermosa como frágil. Es hermosa porque nos da la posibilidad de conocernos entre todos y de compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas como si fuéramos una gran familia. En esta noche los miro, y sé que los conozco a todos. Sé que tengo la bendición de poder platicar con cada uno de ustedes y de saber en qué andan. Y eso, a nivel personal, me alegra mucho.
En este último tiempo pude hablar con colegas que trabajan en comunidades grandes, quienes me contaban que cuando se cruzan con algún chavo en los pasillos de la sinagoga no saben si se está preparando para su Bar Mitzva, si ya hizo su Bar Mitzva o si solamente vino a visitar a algún amigo que ese Shabat estaba haciendo su Bar Mitzva en la comunidad. Una kehila pequeña como la nuestra, por el contrario, nos da la posibilidad de compartir mayor cantidad y calidad de tiempo entre nosotros, y de tejer verdaderos lazos de pertenencia y amistad en esa red de relaciones que se vuelve comunidad. Nuestra comunidad.
Sin embargo, y aun cuando son hermosas, las comunidades pequeñas son frágiles. Extremadamente frágiles. Comunidades con cientos de familias pueden funcionar incluso si sólo un pequeño porcentaje de la congregación participa. Nosotros no. Más aun: Comunidades con cientos de familias necesitan que un porcentaje importante se quede en sus casas porque si todo el mundo participara sería un verdadero problema de logística y planificación para la institución.
En una kehila pequeña como la nuestra, por el contrario, la participación de cada uno de nosotros es vital. En una kehila pequeña como la nuestra, por suerte o por desgracia, no podemos contar con el comité de los indiferentes o con el minián de los que todo les vale sombrilla. El cuerpo que componemos como comunidad no se puede dar el lujo de ejercitar el músculo de la apatía. Y así como un diabético tiene que cuidarse del azúcar o un hipertenso debe alejarse de la sal, nosotros tenemos prohibida la apatía. Puede que no nos guste, puede que incluso necesitemos de un poco de time-out, pero nuestra condición demográfica no lo aconseja ni lo considera prudente. Es así. Por más que reneguemos de ella, nuestra fragilidad no va a desaparecer ni se va a evaporar.
En una kehila pequeña como la nuestra, aplica lo que Maimónides (basado en el Talmud) proponía en relación a la Teshuva. Según el sabio judeoespañol, Ds inscribe en el libro de la vida a quienes sus buenas acciones superan a sus malas acciones, y lo mismo ocurre con las ciudades e incluso con el mundo entero. En ese espíritu, Maimónides escribe:

“El hombre debe verse a sí mismo como si sus acciones positivas equivalieran en número a sus acciones negativas, de forma tal que su próxima acción terminará inclinando la balanza tanto para el bien como para el mal, decretando entonces el destino de su propio ser, del lugar en donde vive y del mundo entero.”

En una kehila como la nuestra, debemos entender que cada acción que realicemos, por más pequeña que sea, puede inclinar la balanza para bien o puede inclinar la balanza para mal. Puede ayudarnos a seguir adelante, y puede condenarnos a tiempos complicados. ¿Les parece mucha responsabilidad? Pues sí, así es. Y no hay de otra.
En estos últimos días, mientras pensaba que compartir con ustedes esta noche, recordé una historia que me contó mi maestro y amigo el rabino Manes Kogan. Manes vive en Queens (Nueva York) hace un par de años, y en julio fue invitado a participar de una comitiva de rabinos gringos que viajo a Rusia para ver cómo creció la vida judía allí luego de la caída de la Unión Soviética. La visita incluyó la posibilidad de compartir un día entero del viaje con Natan Sharansky, actual director de la Agencia Judía y símbolo de aquellos tiempos en los que no se podía ser judío en la república comunista.
Sharansky compartió con los rabinos una de las anécdotas de su primer viaje a los Estados Unidos, luego de haber sido liberado de la prisión soviética. Cuando llegó a Nueva York, la gente se abalanzaba para tenerlo cerca, para tocarlo, para poder ver al héroe por el cual habían peleado tan duro. Entre tantas personas, una mujer de setenta años logró acercarse a Sharansky y le dijo: “Natan, ¡Qué bueno fue cuando estuviste en prisión! Tú lograste unirnos; tú nos diste un sentido de misión. Aquellos fueron grandes tiempos, en los que fuimos una y otra vez a manifestarnos a Washington por tu liberación.”
Al oír las palabras de esta señora, Sharansky se sintió algo contrariado. Para él, no había nada meritorio en haber estado en prisión, y no había dudas de que él hubiera preferido no tener que caer en el bote comunista para movilizar a todo un pueblo. Más aun, Sharansky le dijo a los rabinos entre los que estaba mi amigo Manes: “Sacamos a más de un millón de judíos de la Unión Soviética y los trajimos a Israel, Alemania y los Estados Unidos. Todo el que quiso salir, salió. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Cómo nos conectamos con ellos, con sus tradiciones o con su historia? ¿Cómo deshacemos 70 años de antisemitismo, de asimilación y de indiferencia? Volver a llenar sus vidas con sentido es mucho más difícil; puede que sea menos heroico, pero es decididamente mucho más difícil.”

El día después. Ese es el día difícil.
Así como las sociedades son como los arcos de una construcción, los cuales deben medirse no por la resistencia de sus columnas sino por la fortaleza de su punto más débil, el heroísmo debe medirse no por la valentía demostrada al comenzar una batalla, sino por la entereza con la que se vive después de haberla ganado.
La pregunta por el día después nos llega a todos, en distintos momentos de nuestras vidas. Nos llega cuando recibimos nuestro título universitario y tenemos que empezar a trabajar. Nos llega cuando finaliza nuestra luna de miel y llega la hora de la convivencia. Nos llega cuando volvemos del hospital con nuestro primer hijo. O con el segundo. O con el tercero. Nos llega cuando finaliza una shive y nos quedamos solos. Nos llega cuando decidimos jubilarnos y no trabajar más. Nos llega cuando los hijos se van de casa y sentimos el nido vacío.
A todos nos llega la hora de las respuestas. A todos nos llega en algún momento el día después.
Y así como pasa con cada uno de nosotros algo así ocurre también con las instituciones y con las comunidades.
Se requirió de mucha valentía para decidir hace ocho años construir esta comunidad. Ahora se necesita de verdadero heroísmo para sostenerla cuando la adrenalina de los primeros tiempos dejó su paso a la institucionalización de lo que supimos ir construyendo.
Se requirió de mucha valentía para no pactar con una forma de judaísmo con la que no congeniábamos y salirnos de la Comunidad Israelita con la frente bien alta sabiendo qué era lo que no queríamos para nosotros y para nuestros hijos. Ahora se necesita de verdadero heroísmo para trabajar proactivamente delineando las formas y contornos del judaísmo que sí queremos, que sí nos late y que sí nos convoca.
Se requirió de mucha valentía para salirse de un hermoso inmueble con todas las facilidades y pasar a vivir en casas cada vez más pequeñas. Ahora se necesita de verdadero heroísmo para dejar de aspirar lo que por ahora no tendremos y dedicarnos con esmero para hacer de esta casa nuestro hogar.

Sobre el heroísmo del día después, sobre el heroísmo de los actos cotidianos, es que debemos dar cuentas, porque es sólo sobre ese heroísmo que nuestra comunidad tiene chances no sólo de continuar sino de seguir creciendo hasta alcanzar su máximo potencial. Pero para seguir por el camino que decidimos andar, necesitamos del compromiso, del trabajo y de la presencia de todos. Sin excepción. Parafraseando a Lennon, puede que muchos aquí crean que soy un soñador, pero estoy seguro de que no estoy solo. Lo único que espero – lo único que muchos aquí esperamos – es que quien todavía no lo haya hecho, se sume a la tarea.
Entre 1937 y 1939, el dramaturgo alemán Bertolt Brecht compuso la obra de teatro Galileo Galilei. Mientras la maquinaria Nazi se aprestaba a conquistar gran parte de Europa, Brecht escribió sobre el científico italiano, y sobre cómo el oscurantismo de su propia época lo obligó a replegarse y desistir de sus ideas e ideales. Casi sobre el final de la obra, cuando Galileo ya se ha retractado frente a la Iglesia, Brecht incluye un diálogo feroz entre el científico y uno de sus alumnos, llamado Andrea. Andrea está enojado. Furioso. Le hierve la sangre al ver que su maestro ha decidido desdecirse frente al poder eclesial. Al ver a Galileo regresando de la inquisición sometido, Andrea le grita frustrado: “¡Desgraciada es la tierra que no tiene héroes!” A lo que Galileo responderá atinadamente: “No. Desgraciada es la tierra que necesita de héroes.”
Esperar a que un grupo de personas – de héroes – haga toda la tarea por nosotros es la receta más simple que conozco para augurar una extinción segura. Como bien lo entendió Brecht, para salvar a un mundo en llamas no es suficiente con que haya algunos héroes, sino que cada uno de nosotros debe asumir su compromiso y su lugar. Si nuestra continuidad depende de unos pocos, entonces sepamos que tarde o temprano la historia se va a terminar. En nuestros tiempos, y en nuestra comunidad, es necesario que todos nos apropiemos de nuestra parte, que todos aceptemos nuestra responsabilidad. Y mientras lo empezamos a hacer, no dejemos de agradecer a todos los que hasta ahora trabajaron por nosotros.

No dejemos de agradecer a quienes asisten a las tefilot y sostienen nuestro minian.
No dejemos de agradecer a quienes todos los jueves llegan a la comunidad con la esperanza de que tal vez hoy sea el día en que juntemos diez, y que aun si no lo logramos con continuidad no se cansan y lo siguen intentando.
No dejemos de agradecer a quienes no encuentran en la lluvia, el frío, el calor, el tráfico, la distancia y tantos otros las excusas para no venir.
No dejemos de agradecer a quienes organizan nuestras actividades durante todo el año.
No dejemos de agradecer a los padres que sostienen nuestra escuela de Talmud Tora y que se preocupan por que la educación judía de sus hijos sea una prioridad en sus nutridas agendas.
No dejemos de agradecer a los niños, a las niñas y a los adultos que se toman el tiempo para estudiar la Tora y la leen durante estos días y el resto del año con devoción hacia nuestra milenaria tradición.
No dejemos de agradecer a quienes saben lo importante que es para una institución pequeña como la nuestra tener las cuentas al día.
No dejemos de agradecer a quienes son generosos y dan antes de que se les tenga que pedir, y a todos los que dan sin que se los tenga que perseguir.
No dejemos de agradecer a quienes desde con gestos concretos dan cuenta de que la comunidad es una de sus primeras prioridades y no el último de los pendientes a solucionar.
Y por último, no dejemos de agradecer a quienes entienden que la pertenencia a una comunidad implica muchos derechos pero también unas cuantas obligaciones.

Durante Rosh haShana decíamos que uno de los secretos del éxito, una de las razones que posibilitó la continuidad judía a través de los tiempos, fue nuestra capacidad de enfrentar con optimismo los desafíos que se nos fueron presentando a lo largo de la historia. Nos hemos encontrado con momentos complicados en el pasado, y tengan por seguro que se van a seguir presentando dificultades en el futuro. Nos guste o no nos guste, es parte de la vida misma. Con eso en cuenta, nuestro desafío es encarar este nuevo año con optimismo y con confianza. No desde la certeza fatalista de que “todo estará bien” sino desde el optimismo proactivo que nos invita a involucrarnos y a hacer cada día un poco más.
En esta noche de Iom Kipur, en esta noche en la que somos (relativamente) muchos, somos llamados a elegir qué es lo que queremos para nosotros y para nuestra comunidad en este nuevo año.
En esta noche de Kol Nidrei, cuando reflexionamos sobre nuestros votos y promesas, somos llamados a responder sobre lo que haremos durante el día después.
En esta noche intensa, cuando estamos rodeados de mucha gente y a la vez estamos absolutamente solos, somos convocados a pensar verdaderamente si queremos refrendar nuestro compromiso con esta forma de vivir el judaísmo y con esta forma de vivir en comunidad
Para nuestra tradición, la Teshuva – la respuesta a estos y otros interrogantes – no viene dada por default. Para nuestra tradición, la Teshuva es un ejercicio que nadie puede hacer por nosotros, que simplemente no podemos delegar. Por lo tanto, en este día que recién comienza, los invito a que reflexionemos en silencio, a que meditemos con calma, y a que cada uno de nosotros pueda comenzar a delinear con sinceridad sus propias respuestas, a fin de que el día después, y entre todos, podamos sentar las bases reales del tipo de comunidad que queremos, las bases reales del tipo de comunidad que realmente nos merecemos.

Gmar Jatima Tova y Shabat Shalom!
Rabino Joshua Kullock
twitter: @kullock