COMENTARIO DE LA PARASHARabino Joshua Kullock
“Comerás y te saciarás y bendecirás a Ad-nai tu D’s por la tierra buena que te ha dado. Cuídate, no sea que olvides a Ad-ani, tu D’s, al no observar Sus Mandamientos, y Sus leyes y Sus fueros que yo te ordeno hoy. No sea que comas y te sacies, y casas buenas edifiques y las habites. Y tu ganado vacuno y tu ganado ovino se multipliquen, y plata y oro se te incremente; y todo lo que es tuyo se multiplique. Y se enaltezca tu corazón y que olvides a Ad-nai tu D’s, el que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. El que te ha conducido por el desierto grande y temible: culebras, serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra de sed: donde no hay agua; el que te sacó agua de la roca del pedernal. El que te hizo comer man, en el desierto, que no habían conocido tus padres, para afligirte y para someterte a prueba, para hacerte el bien en tu final. Y digas en tu corazón: mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron esta riqueza. Has de recordar a Ad-nai tu D’s, pues es El, el que te da fuerza para hacer riqueza, para cumplir Su Pacto, que ha prometido a sus patriarcas, como el día este” (Devarim 8:10-18)
Parashat Ekev es la tercer Parashá de Sefer Devarim. En ella aparece el segundo de los párrafos del Shemá, así como también una gran diversidad de temas, vinculados varios de ellos al tema del premio y/o castigo como producto de las acciones de los hombres.
Pero hoy no vamos a dedicarnos a esos temas, sino que hablaremos del texto que hemos citado anteriormente. Este párrafo, contiene sin duda alguna una de las mayores enseñanzas de toda la Torá. Como podemos ver, el párrafo nos habla de la humildad y la soberbia, y del lugar que cada hombre decide tomar a la hora de enfrentarse con el mundo. Y por si fuera poco, el ejemplo que se utiliza para la transmisión de esta enseñanza es el de la comida. “Comerás, y te saciarás y bendecirás a Ad-nai tu D’s por la tierra buena que te ha dado” (Devarim 8:10). Uno debe comer y saciarse, no privarse de esta necesidad primaria como lo es el alimento, y luego bendecir por lo que uno comió. De este versículo se extrajo la ley relativa a la Bendición para después de las Comidas, pero no solo eso podemos aprender aquí. Hay muchas maneras de bendecir, o de hacer de determinada acción una bendición, y el alimento es el mejor ejemplo para entender este principio. Bendición es aquella por la cual un hombre puede partir y compartir su pan con los que menos tienen y más necesitan. Bendición es aquella por la cual abrimos nuestra mano y ofrendamos lo mejor de nosotros en los momentos en que nos brindamos para ayudar a nuestro prójimo, dándole las herramientas necesarias para poder llevar el pan a su casa día a día. Bendición es aquella que no sólo se centra en el comer individual ni en el saciarse en soledad, sino en el compartir con nuestros hermanos esa hermosa experiencia que es la de construir en comunidad.
Pero para que todo esto ocurra, primero debemos hacer alusión al binomio humildad-soberbia. La Bendición nunca puede partir de un corazón soberbio, henchido de orgullo por los logros personales. “Y [no] digas en tu corazón: mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron esta riqueza” (Devarim 8:17), son las palabras de la Torá, haciendo referencia a lo que hoy conocemos mejor como el paradigma encerrado en la frase: “me saqué un diez” (contraria totalmente al paradigmático “me pusieron un uno”). Quien cree que todo lo bueno que le ocurre es por mérito propio, se equivoca, y difícilmente pueda abrir su mano y ayudar a quien realmente lo necesita. En cambio, aquel que es humilde de corazón, y entiende que todo lo que hoy posee no es debido solo a una acción personal, sino a un regalo divino, esta preparado para compartir con su prójimo todo su ser, ya sea material o espiritual.
El soberbio cree que su fuerza y su mano lo hicieron como es, y es por eso que la Torá nos dice: “Has de recordar a Ad-nai tu D’s, pues es El, el que te da fuerza para hacer riqueza, para cumplir Su Pacto” (Devarim 8:18). D’s es Aquel quien nos da fuerzas día a día para estar en donde estamos, para poder crecer, tanto en lo material, como en la difícil tarea que es la de cumplir con Su Pacto.
Parashat Ekev nos invita a pensar... dejar de creer en preguntas como, ¿por qué a mi? O ¿qué hice para merecer esto? Porque de hecho, ¿por qué no nos habrían de pasar? ¿quiénes somos para que nada nos afecte? Aquel que entiende este principio, podrá sin dudas servir a D’s con humildad, transformando cada uno de sus actos en Bendición. Quiera D’s acompañarnos en este camino tan especial, en el que intentaremos de cara a Iamim Noraim percibir esa fuerza especial que D’s nos otorga, esforzándonos por cumplir con Su Pacto, y haciendo de nuestras vidas un manantial de sentido trascendente.
Shabat Shalom.
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TE DESEAMOS SHABAT SHALOM!!
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