18 de Agosto de 2007 - 4 de Elul de 5767
Parashá: Deuteronomio 16:18 - 21:9
Haftará: Isaías 51:12 - 52:12
Encendido de Velas: 20:03 hs.
Motzaei Shabat: 20:55 hs.
Encendido de Velas del próximo Shabat: 19:58 hs.
PROXIMAS ACTIVIDADES
FECHAS IMPORTANTES!
~ Sábado 18/08 - Nuevo Horario: 20:45 hs.
Con motivo de nuestra mudanza, queremos invitarte a que este próximo sábado por la noche nos acompañes en una ceremonia que nos ayudará a cerrar etapas para poder comenzar la semana entrante un nuevo ciclo en nuestra comunidad.
¿Te has casado en Alberta?
¿Has hecho tu Bar Mitzva?
¿Le hiciste el Brit Mila a tu hijo? ¿A tu nieto?
¿Has subido por primera vez a la Tora en este lugar?
¿Tienes anecdotas para compartir?
Este es el momento para hacerlo!
Te esperamos para poder juntos dar cuenta de nuestro crecimiento como comunidad.
~ Viernes 24/08 - Primer Shabat en las Nuevas Instalaciones!
~ Sábado 01/09 - Inauguración de las Nuevas Instalaciones, junto al brindis por los festejos de Rosh haShana y de un nuevo aniversario de nuestra Kehila.
~ Miércoles 05/09 - ASAMBLEA COMUNITARIA.
~ Sábado 08/09 - Actividad de Selijot - Cine Debate... próximamente más información!!
SIETE SEMANAS DE CONSUELO
(Cuarta Entrega)
Hemos comenzado el último mes del año judío, el mes de Elul. Nuestros sabios nos enseñan que la palabra "Elul" puede ser entendida como sigla de la frase "Ani LeDodi VeDodi Li... Yo soy de mi amado, y mi amado es para mí," haciendo alusión a la renovada posibilidad que tenemos de reencontrarnos con Ds, y de sentir su presencia en nuestras vidas cotidianas.
En ese espíritu es que compartimos con ustedes un cuento Sufi, cuento que también puede iluminar nuestras propios valores y tradiciones:
Había una vez un Sufi anciano y asceta, quien se preparaba para realizar la Gran Peregrinación a la Meca.
Era definitivamente un viaje complicado, pero en ese año, la travesía fue especialmente demandante. Las multitudes se empujaban, y constantemente el anciano quedaba a un costado del camino. La senda era dura y accidentada. El sol pegaba sobre la cabeza del hombre sin piedad.
"Debo frenar por un momento," se dijo el hombre.
Consecuentemente, se recostó a la vera del camino, justo a las afueras de la Meca.
Justo cuando estaba a punto de quedarse dormido, sintió cómo lo despertaban violentamente. "Sufi, levántate," el imán dijo. La voz no era cálida en lo absoluto. La mano que lo sacudía no era amable.
"¿Qué clase de Sufi eres tu?" el extraño continuó. "Eres una desgracia!"
El imán daba vueltas alrededor del anciano, golpeando sus manos y agitando su cabeza.
"¿Cómo te atreves a recostarte a la hora de la plegaria" - exclamó - "con tu cabeza hacia el oeste y tus pies apuntando hacia Ds en su santo santuario?"
El anciano Sufi se movió un poco, abrió uno de sus ojos, miró al hombre, y sonrió. "Le agradezco, señor, por su preocupación," dijo el Sufi. "Por lo tanto, antes de volver a dormir," continuó el anciano con un atisbo de sonrisa en la esquina de su boca, "¿podría usted ser tan amable de rotar mis pies en alguna dirección en la que no se encuentren apuntando a Ds?"
¿Y nosotros?
¿Sabemos dónde encontrar a Ds?
¿Sabemos dónde no se encuentra?
Y más aun:
¿Estamos dispuestos a reencontrarnos con Su presencia consagrando nuestras vidas al invitarLo a ser parte de ellas?
COMENTARIO DE LA PARASHA
Rabino Bradley Shavit Artson
University of Judaism, Los Angeles
Nuestra cultura es una cultura en eterna búsqueda de héroes. Exigimos la creación constante de nuevas imágenes para proyectar nuestros ideales más altos y expectativas, contemplando a políticos, famosos; millonarios o atletas no sólo excepcionales en la vida profesional, sino brillantes también en su conducta personal. Sin duda es por eso que nuestros sueños y esperanzas a menudo son rotos – ya que para tener éxito profesionalmente a menudo se requiere un énfasis tan grande en objetivos personales y gloria que las calidades del heroísmo verdadero (compasión, desinterés, visión) son apagadas tempranamente. La victoria es el resultado de cálculo, autopromoción, y un poco de crueldad - y, por supuesto, una ayuda importante de la vieja buena suerte claro está.
Nuestro deseo de adorar a héroes, encuentra una sólida base bíblica. La Biblia raramente relata el promedio, el trato diario de las personas ordinarias. En cambio, esta colección de libros santos nos presenta una serie interminable de grandes hombres y mujeres - gente tocada por una pasión hacia Ds, por el celo profético, o por el valor militar. Cada una de las personas que puebla la Biblia es notable, siendo grande tanto en sus virtudes como en sus vicios. Quizás sea, en parte, debido al foco que la Biblia hace sobre héroes, que nosotros estamos tan mal preparados para vivir en un mundo en el cual las figuras más prominentes son a menudo el promedio, patético, o repugnante en la conducta exhibida de sus propios asuntos privados. Las narrativas de la Biblia nos conducen a esperar la grandeza personal en el espacio social, pero el mundo no parece dirigirse en aquella dirección.
Un área en la cual la veneración de héroe de la Biblia parece disminuir un poco, se encuentra en las partes del texto que se concentran en la ley más que en la anécdota. Las historias, por su naturaleza, se concentran en lo extraordinario. La ley, a fin de responder a la necesidad de la sociedad que debe guiar, se dirige al hombre común: a la persona media que conduce una vida rutinaria. La ley debe hablar a cada persona en la rutina diaria, mientras que los cuentos de la Tora nos inspiran con visiones de lo que todavía podría ser posible.
En ninguna otra parte aparece la rutina de manera más asombrosa, o más revolucionaria, que en uno de los pasajes de la Parasha de esta semana. El Libro de Devarim, Deuteronomio, registra las leyes de cómo Israel debe luchar una guerra santa, una guerra conducida no solo de acuerdo con la estrategia militar sino también con espíritu divino. Una de estos ejemplos radica en el nombramiento del Mashuaj Miljama, el Kohen designado para acompañar a las tropas en la batalla. Él debía dar un breve discurso, animando a los soldados y recordándoles que ellos luchan por una causa santa. Entonces, los oficiales se dirigen a las tropas, diciendo:
¿Hay alguien aquí que haya construido una nueva casa, pero no la ha estrenado? Que vuelva él a su casa, no sea que muera en batalla y sea otro quien la aproveche. ¿Hay alguien aquí que ha plantado una viña, pero que nunca la ha cosechado? Que vuelva él a su casa, no sea que muera y otro la coseche. ¿Hay alguien aquí que ha pagado el precio de la novia para tomarla por esposa, pero no se ha casado todavía con ella? Que vuelva él a su casa, no sea que muera en batalla y otro se case con ella.
Desde todos los puntos de vista, éste es un estándar notable. Al principio de una miljemet jova, una guerra obligatoria, a los soldados que han construido una casa, plantaron un campo, o recientemente se han casado, se les dice que retornen a sus hogares. ¡No les dan otra opción! Rashi comenta sobre esta serie asombrosa de leyes explicando que "este es una tema de agmat nefesh, de la angustia del alma."
¿Desde cuándo agmat nefesh puede anular el interés nacional? ¿Cuántas naciones tomarían una obligación religiosa suprema (como la Conquista de la Tierra Prometida) y dirían que ésta es menos importante que los actos simples de la vida diaria: casa, matrimonio, y trabajo? Sin embargo, ésta es exactamente la perspectiva a la que la Tora hace referencia: los aspectos fundamentales de la vida no son materia para ser intercambiada; ellos son el objetivo mismo de estar vivos. No sólo es el heroísmo, con su emoción y su rareza, sino que la vida normal también es el contexto apropiado para la santidad.
De hecho, lo que las leyes de la Tora sugieren es una noción radicalmente y totalmente diferente del heroísmo. El héroe no es el gran guerrero, el diseñador excéntrico, o el empresario conquistador. El heroísmo verdadero es mucho menos reconocido, y requiere mucha mayor paciencia, diligencia, y control. El héroe verdadero es el padre devoto, el niño humanitario, el ciudadano responsable, silenciosamente llevando en sus hombros la tarea de ser decentes, compasivos y amorosos.
Somos heroicos cuando apreciamos el regalo de la vida que nos hace Ds, cuando queremos a nuestros amados y les aseguramos su (y nuestro propio) sustento francamente y con dignidad.
Los periódicos pueden nunca relatar tal grandeza, y las televisiones no harán un espectáculo exhibiendo a vecinos normales, pero los actos innumerables del heroísmo callado y desapercibido que los padres prodigan a niños, los niños dedican a padres, y los vecinos y los ciudadanos otorgan el uno al otro son la realización humilde de la orden más básica de Ds: el amarnos los unos a los otros.
Shabat Shalom.
Nuestro deseo de adorar a héroes, encuentra una sólida base bíblica. La Biblia raramente relata el promedio, el trato diario de las personas ordinarias. En cambio, esta colección de libros santos nos presenta una serie interminable de grandes hombres y mujeres - gente tocada por una pasión hacia Ds, por el celo profético, o por el valor militar. Cada una de las personas que puebla la Biblia es notable, siendo grande tanto en sus virtudes como en sus vicios. Quizás sea, en parte, debido al foco que la Biblia hace sobre héroes, que nosotros estamos tan mal preparados para vivir en un mundo en el cual las figuras más prominentes son a menudo el promedio, patético, o repugnante en la conducta exhibida de sus propios asuntos privados. Las narrativas de la Biblia nos conducen a esperar la grandeza personal en el espacio social, pero el mundo no parece dirigirse en aquella dirección.
Un área en la cual la veneración de héroe de la Biblia parece disminuir un poco, se encuentra en las partes del texto que se concentran en la ley más que en la anécdota. Las historias, por su naturaleza, se concentran en lo extraordinario. La ley, a fin de responder a la necesidad de la sociedad que debe guiar, se dirige al hombre común: a la persona media que conduce una vida rutinaria. La ley debe hablar a cada persona en la rutina diaria, mientras que los cuentos de la Tora nos inspiran con visiones de lo que todavía podría ser posible.
En ninguna otra parte aparece la rutina de manera más asombrosa, o más revolucionaria, que en uno de los pasajes de la Parasha de esta semana. El Libro de Devarim, Deuteronomio, registra las leyes de cómo Israel debe luchar una guerra santa, una guerra conducida no solo de acuerdo con la estrategia militar sino también con espíritu divino. Una de estos ejemplos radica en el nombramiento del Mashuaj Miljama, el Kohen designado para acompañar a las tropas en la batalla. Él debía dar un breve discurso, animando a los soldados y recordándoles que ellos luchan por una causa santa. Entonces, los oficiales se dirigen a las tropas, diciendo:
¿Hay alguien aquí que haya construido una nueva casa, pero no la ha estrenado? Que vuelva él a su casa, no sea que muera en batalla y sea otro quien la aproveche. ¿Hay alguien aquí que ha plantado una viña, pero que nunca la ha cosechado? Que vuelva él a su casa, no sea que muera y otro la coseche. ¿Hay alguien aquí que ha pagado el precio de la novia para tomarla por esposa, pero no se ha casado todavía con ella? Que vuelva él a su casa, no sea que muera en batalla y otro se case con ella.
Desde todos los puntos de vista, éste es un estándar notable. Al principio de una miljemet jova, una guerra obligatoria, a los soldados que han construido una casa, plantaron un campo, o recientemente se han casado, se les dice que retornen a sus hogares. ¡No les dan otra opción! Rashi comenta sobre esta serie asombrosa de leyes explicando que "este es una tema de agmat nefesh, de la angustia del alma."
¿Desde cuándo agmat nefesh puede anular el interés nacional? ¿Cuántas naciones tomarían una obligación religiosa suprema (como la Conquista de la Tierra Prometida) y dirían que ésta es menos importante que los actos simples de la vida diaria: casa, matrimonio, y trabajo? Sin embargo, ésta es exactamente la perspectiva a la que la Tora hace referencia: los aspectos fundamentales de la vida no son materia para ser intercambiada; ellos son el objetivo mismo de estar vivos. No sólo es el heroísmo, con su emoción y su rareza, sino que la vida normal también es el contexto apropiado para la santidad.
De hecho, lo que las leyes de la Tora sugieren es una noción radicalmente y totalmente diferente del heroísmo. El héroe no es el gran guerrero, el diseñador excéntrico, o el empresario conquistador. El heroísmo verdadero es mucho menos reconocido, y requiere mucha mayor paciencia, diligencia, y control. El héroe verdadero es el padre devoto, el niño humanitario, el ciudadano responsable, silenciosamente llevando en sus hombros la tarea de ser decentes, compasivos y amorosos.
Somos heroicos cuando apreciamos el regalo de la vida que nos hace Ds, cuando queremos a nuestros amados y les aseguramos su (y nuestro propio) sustento francamente y con dignidad.
Los periódicos pueden nunca relatar tal grandeza, y las televisiones no harán un espectáculo exhibiendo a vecinos normales, pero los actos innumerables del heroísmo callado y desapercibido que los padres prodigan a niños, los niños dedican a padres, y los vecinos y los ciudadanos otorgan el uno al otro son la realización humilde de la orden más básica de Ds: el amarnos los unos a los otros.
Shabat Shalom.
(*) Traducción: Isaí Barajas
TITULARES DE LA SEMANA
DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA TE DESEAMOS SHABAT SHALOM!!!
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