El Shabat de esta semana se conoce como Shabat Jazón ("Shabat [de] visión" שבת חזון) . Toma su nombre de la Haftará que se lee en el Shabat inmediatamente anterior al luctuoso ayuno de Tisha B'Av, de las palabras de reproche y condena contenidas en el libro de Isaías 1:1-27. Tambien se identifica como el Shabat negro debido a que, según la tradición, es el Shabat más triste del año, en contraste con el "Shabat blanco" o "Shabat Shuva" que es el Shabat inmediatamente anterior a Iom Kippur.
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Shajarit Jueves: Victor Moel
Kabalat Shabat: Luis Garcia
Shajarit Shabat: David Rosette
ESCRIBEN SOBRE PARASHAT HASHAVUA
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación
B´nei Israel
San José, Costa
Rica
Siempre hay que recordar
Deuteronomio 1:3-22
Esta
semana comenzamos a leer el quinto y último libro de la Tora, el libro de
Devarim, en español Deuteronomio. En este libro Moshé hace un racconto de la
experiencia del pueblo de Israel en el desierto, destacando el arduo trabajo
que fue para él conducir a este pueblo. Luego de este relato, Moshé morirá y el
pueblo conquistará la tierra de Israel de la mano de su sucesor, Ieoshúa Bin
Nun.
Además
de recordar las experiencias vividas, Moshé también repite algunas de las leyes
dictadas durante la travesía por el desierto, y se ocupa de amonestar a su
pueblo por la mala conducta demostrada durante esos años. Las palabras de Moshé
son las de un padre que advierte a su hijo.
El
hecho de que Devarim repita muchos de los relatos y leyes que aparecen en los primeros
cuatro libros de la Torá, dio lugar a que este libro sea conocido en la
tradición judía como “Mishné Toré”, es decir “segundo a la Torá”, “resumen de
la Torá” o “repetición de la Torá”. Los sabios que tradujeron la Torá al griego
lo llamaron “Deuteronomión”, es decir “segunda (deuteros) ley (nomos)”.
Una
pregunta que me parece interesante hacerse es porqué Moshé siente la necesidad
de repetir las partes más relevantes de la Torá antes de morir. Hay dos
respuestas clásicas a este interrogante, que ustedes podrán encontrar en los
comentarios tradicionales. La primera dice que en realidad los discursos de
Moshé no son exactamente una repetición, sino que de hecho muchas leyes
aparecen renovadas y los relatos en general no son exactamente iguales, lo cual
viene siempre a agregar algo. Esto es cierto, y de hecho muchas enseñanzas
importantes se derivan de las semejanzas y diferencias entre los escrito en
Devarim y lo que aparece en los libros anteriores.
La
segunda respuesta clásica dice que dado que Dios había decretado que la
generación que había salido de Egipto moriría irremediablemente en el desierto,
en realidad Moshé no está repitiendo nada, sino que más bien le está
comunicando a las nuevas generaciones las mismas leyes que había entregado a
sus predecesores. Esta segunda respuesta es también muy razonable, por cierto.
Ambas
explicaciones tienen ciertamente parte de razón, pero sin embargo me gustaría
en esta ocasión proponerles una respuesta mucho más simple y realista, basada
en el reconocido hecho de que a los seres humanos las cosas se nos olvidan
fácilmente. Es como que tenemos una memoria de “corto rango”, sobre todo en
ciertas cosas. Olvidamos con facilidad, a veces hasta con rapidez. Por eso es
que Moshé posiblemente se haya visto en la necesidad de repetir.
En
la tradición judía está muy clara esta característica tan humana. Cada año
leemos el mismo libro y lo volvemos a comentar, una y otra vez. Es verdad que
tratamos de aprender algo nuevo cada vez, y que además volver a leer el mismo
texto brinda la posibilidad de que personas que por determinadas circunstancias
no pudieron seguirlo, ahora lo puedan hacer. Pero la verdad es que después de
un año… ¡a veces la historia se nos olvida!
Uno
de los libros más importantes de la tradición judía es la Mishná, codificada en
los primeros siglos del primer milenio de la era común. La palabra Mishná
proviene del verbo hebreo “leshanen”, que literalmente significa repetir,
volver a decir. Esto alude a que en la época de la Mishná había sabios
especialmente preparados para repetir una y otra vez las leyes de la Mishná,
para no olvidar ni un solo detalle. Repetir era fundamental.
El
calendario judío es otro ejemplo de repeticiones. Cada año volvemos a festejar
las mismas fiestas y a estudiar cómo se debe celebrarlas. De nuevo: es cierto
que solemos descubrir nuevos significados cada vez, pero también es irrefutable
que volver a estudiar las costumbres de las festividades es una manera de poder
recordar sus mensajes y folklore.
Hay
algo más, aún más importante, y tiene que ver con las mitzvot entre el hombre y
su prójimo. Así como cuando pasamos muchos años sin cumplir con determinadas reglas
o costumbres rituales las olvidamos, la verdad es que si no recordamos
continuamente nuestras obligaciones para con los demás, también las solemos
olvidar. No tenemos un disco rígido de la ética al cual acceder en forma
inmediata. Si no recordamos con asiduidad la obligación de dar tzedaká, es más “cómodo”
olvidarla. Si no volvemos a leer sobre la obligación de visitar a los enfermos,
simplemente lo olvidamos. Si alguien no nos vuelve a decir que es importante ir
a la sinagoga y colaborar con todo lo que necesita la congregación, se nos va
de la memoria. Necesitamos continuamente recordar, repetir, repasar. ¿O acaso
no necesitamos internamente volver a escuchar cada año antes de Iom Kipur una
invitación a perdonar?
Creo
que Moshé, cuando expuso sus discursos del libro de Devarim, no solamente trajo
nuevos conceptos o intentó transmitir las viejas leyes a las nuevas
generaciones, sino que comprendió cabalmente la fragilidad de la memoria
humana. Antes de morir nos quiso dar esa lección, nos quiso enseñar que nunca
debemos dejar de repetir, de volver a los principios que guían nuestras vidas una
y otra vez. Él sabía que si no lo hacemos… simplemente olvidamos, y el olvido
es uno de los peores pecados que podemos cometer como judíos.
DESDE LA COMUNIDAD HEBREA DE GUADALAJARA
TE DESEAMOS SHABAT SHALOM !!!
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