Motzaei Shabat: Sábado 19:31 hs.
PROXIMAS ACTIVIDADES
FECHAS IMPORTANTES!
~ Sábado 8/3 - 20.00 hs.
~ En las próximas semanas volveremos a publicar la fecha en la cual se realizará finalmente la presentación de los "Kuentos y Konseshas" de nuestro grupo de teatro de mujeres.
La espiritualidad de bienvenida eleva tanto al invitado como al huésped. Un saludo cálido tranquiliza la ansiedad silenciosa que siente el invitado al ser un extraño, e inmediatamente contesta la primera pregunta que cualquiera que se encuentra en un lugar que no conoce hace: ¿Seré bien recibido aquí? Para el huésped, el acto de ser hospitalario es un gesto de generosidad espiritual, elevando el alma. Es la ofrenda de sí mismo, una invitación para la una conexión entre hombre y hombre, y en ese encuentro, entre lo humano y Ds […]
La sinagoga puede ser una comunidad sagrada que ofrece a cada uno que entra en ella una bienvenida llena de espiritualidad – con sentido, propósito, conexión y la presencia de lo divino. Para los miembros de la congregación – ya sean aquellos que asisten con regularidad o los líderes – la tarea de crear una comunidad de bienvenida a partir de la mitzva de ajnasat orjim, de recibir invitados, está llena de sentido y propósito. Para el que recién llega, encontrar una bienvenida cálida ofrece una conexión con la comunidad llena de la presencia de Ds – una comunidad sagrada. Para crear este tipo de comunidad se requiere de la intensión de transformar la cultura de la congregación a una cultura en la cual el ambiente de bienvenida se puede tocar, sentir, y se nota en cada aspecto de la vida congregacional."
Algunos sabios han aprendido de esta cercanía en el texto que todas las labores que se hicieron para la construcción del Mishkan son los prototipos de labores prohibidos en Shabat, llamadas Avot Melaja y que suman treinta y nueve. Como primero se habla del Shabat y luego del Mishkan los sabios entendieron que todas estas labores debían interrumpirse en Shabat.
El rabino y pensador moderno Abraham Ioshua Heschel desarrolla una idea muy interesante, que de alguna manera está basada en este texto, en la que distingue entre la santificación del tiempo y la santificación del espacio. Nos dice que nuestra tradición ha privilegiado la santificación del tiempo por encima de la del espacio. En nuestra parashá vemos que primero está el Shabat y que éste está por encima de la construcción del Mishkan.
Así escribe Heschel en su libro “El Shabat y el hombre moderno”:
“El judaísmo nos enseña a mantenernos adictos a la santidad del tiempo, a sentirnos ligados a los acontecimientos sagrados y a aprender a consagrar los santuarios que emergen del grandioso fluir del año. Los shabatot son nuestras grandes catedrales y nuestro Sancta Sanctorum es un altar que ni los romanos ni los germanos pudieron destruir, un altar que ni la apostasía pudo mancillar: el día del Perdón. El ritual judío podría describirse como el arte de las formas simbólicas en el tiempo, como la arquitectura del tiempo” (p. 132).
Heschel nos recuerda que a diferencia de otras culturas que han santificado el espacio, santuarios y catedrales, en nuestro pueblo, si bien ha considerado ciertos lugares como importantes, lo que ha primado son los santuarios del tiempo.
En este mismo sentido escribe el rabino Shmuel Avidor Hacohen acerca de lo que nos ha ocurrido en la historia con nuestros lugares sagrados:
“Nos han echado de nuestros lugares sagrados, nos transformaron en extranjeros en tierras extrañas. A las tierras a las que fuimos dispersados no pudimos llevar nuestros lugares sagrados, pero si llevamos con nosotros los santuarios que construimos en las cavernas del tiempo, y a la cabeza de ellos, nuestro Sancta Sanctorum: el Shabat. Y de tal modo sentimos que nuestra existencia no depende del lugar en el que habitamos, sino del tiempo en el que vivimos”. (Likrat Shabat, p. 97).
Avidor Hacohen, de alguna manera nos está diciendo que lo que ha mantenido viva nuestra tradición es justamente esta particularidad nuestra de santificar el tiempo. Fuimos dispersos por todo el mundo pero pudimos encontrarnos en los mismos santuarios a pesar de las distancias.
Es muy bella esta forma que tenemos de acercarnos a lo sagrado pero presenta un problema. Los lugares sagrados adorados por otras culturas se construyen con ladrillos, materiales, piedras preciosas, etc. y quedan establecidos por muchos años. Uno sólo debe acercarse a ellos para santificarlos.
En cambio nuestros santuarios, al estar en el tiempo, necesitan que nosotros los construyamos cada vez que la fecha del calendario se acerca. ¿Qué significa construirlos? Significa poder prepararnos espiritual y físicamente para que éstos se tornen realidad.
Pensemos como ejemplo Purim que se nos está acercando. Aunque sea 15 de Adar, día que comienza Purim, si no nos preparamos, no enviamos Mishloaj Manot (plato de comida a nuestro prójimo) y Matanot laevionim (regalos a los pobres), no nos disfrazamos, no nos congregamos para leer la Meguila, no tendremos el santuario.
De nosotros depende que los santuarios del tiempo existan para nosotros y nuestras familias. Pensar en la idea de santificar el tiempo es una filosofía muy profunda pero requiere de un mayor esfuerzo de nuestra parte. Si reemplazamos nuestros santuarios del tiempo por paseos, trabajo, y otros quehaceres, éstos no serán edificados y nuestros hijos no los conocerán.
Hace años destruyeron nuestro Templo de Jerusalem pero nos repusimos porque tenemos nuestro calendario y nuestras tradiciones.
A veces solemos olvidar este valor tan importante de nuestra tradición y nos inclinamos a privilegiar nuestros grandes y majestuosos edificios en vez de esforzarnos por santificar el tiempo.
Quiera D”s ayudarnos a que nuestros Santuarios del tiempo no sean destruidos como lo fueron los del espacio.
Shabat Shalom!